Si alguien, a comienzos del siglo XX, hubiera querido visitar las zonas más dinámicas y prósperas de España, hubiera tenido que empezar por Barcelona, Bilbao y Gijón. Mientras el resto del país sufría un atraso secular y miraba la Revolución Industrial como algo europeo, muy alejada de la realidad española, catalanes, vascos y asturianos se destacaban como regiones modernas, con potentes industrias y una próspera burguesía que se enriquecía con las fábricas textiles, los altos hornos o la siderurgia.
Desde entonces, muchas cosas han cambiado, el turismo y los servicios han reemplazado a la industria como principal fuente de riqueza del país. Cataluña sigue siendo una región rica, aunque cotiza a la baja en los últimos años; el País Vasco ha superado una difícil reconversión industrial y florece ahora, como la comunidad autónoma con mayor renta per cápita, en dura competencia con Madrid. ¿Y Asturias? ¿Qué ha pasado con la región que fue uno de los motores de la industria española?
Lamentablemente, la historia económica del Principado en los últimos treinta años es muy diferente a la de vascos, madrileños o, incluso, catalanes. La comunidad muestra unas cifras descorazonadoras, a las que ningún gobierno ha sabido dar la vuelta. De ser una región pujante, industriosa y emprendedora, ha pasado a convertirse en una zona subsidiada y de lento crecimiento. El problema es que esto no sólo tiene reflejo en sus datos de PIB, de exportaciones o de empresas. Es toda la sociedad la que está sufriendo las consecuencias de estas malas políticas.
Una lenta agonía
La cara más preocupante de la realidad asturiana no está en los informes económicos, sino en los demográficos, que reflejan una lenta agonía de una región que envejece a grandes pasos mientras pierde lo más importante para el futuro: los jóvenes. La falta de expectativas está expulsando fuera de sus fronteras a los veinteañeros y treintañeros asturianos, que buscan en Madrid, Barcelona o Londres lo que no pueden encontrar en Gijón u Oviedo.
Así, Asturias es la comunidad autónoma con una menor tasa de natalidad (7,48 nacimientos por cada mil habitantes, frente al 10,57 de media nacional) y una mayor tasa de mortalidad (12,16 decesos por cada mil habitantes, frente al 8,35 en España). Por eso, no es extraño que sea la única región española que ha sufrido un descenso del número de habitantes en los últimos veinte años. Así, mientras el conjunto del país pasaba de menos de 40 millones de residentes en 1990 a más de 47 en 2011 (un incremento del 17,5%), Asturias perdía casi cincuenta mil habitantes en el mismo período.
No sólo eso, también es la región con menor porcentaje de habitantes por debajo de 16 años de edad y con mayor número de personas de la tercera edad (por encima de 65 años. Es una fotografía dramática que anticipa un futuro aún más problemático. Como explicaba hace unos meses Libertad Digital, si Asturias fuera un país independiente, su sistema de Seguridad Social ya habría entrado en quiebra, porque no hay suficiente dinero con las cotizaciones de los que trabajan para pagar las prestaciones de sus jubilados.
El engaño del PIB
Aquellos que quieran ser optimistas sobre el futuro, se agarrarán al PIB per cápita, que ha subido en las últimas dos décadas un poco por encima de la media nacional. Sin embargo, esto sería casi como engañarse al solitario. La riqueza por habitante se ha incrementado ligeramente porque hay menos habitantes y no llegan a la región inmigrantes de poco poder adquisitivo en busca de oportunidades. Esto no sólo no es un buen indicador, sino que apunta a un empobrecimiento en el medio plazo. Las zonas más dinámicas atraen población (a veces esto tiene la consecuencia estadística de un ligero descenso temporal del PIB per cápita, porque estos inmigrantes llegan con pocos ingresos).
Por eso, Asturias es la segunda comunidad autónoma en la que menos ha crecido el PIB absoluto entre 2000 y 2010, sólo detrás de Baleares, según las últimas cifras de contabilidad regional del INE.
De hecho, todo lo anterior, tiene reflejo en los datos del paro y ocupación (sólo hay que ver la última EPA). La tasa de desempleo en Asturias está algo por debajo de la media nacional (18,20 frente a 21,29), pero, desgraciadamente, eso no es porque haya más trabajo, sino porque hay menos población activa. La tasa de actividad total (mayores de 16 años que trabajan o buscan trabajo) del Principado es del 51,43%, la menor, con mucha diferencia, de toda España (el 67,8% que aparece en el gráfico es la tasa de actividad entre 16 y 64 años, una cifra también muy por debajo de la media nacional). Es la región en la que un menor porcentaje de sus habitantes están en el mercado laboral.
La política: poca libertad y muchos impuestos
Las causas de todo lo anterior son muchas y muy variadas: históricas, sociales, geográficas, etc... Pero tampoco la política ha ayudado en nada. Según el Índice de Libertad Económica de Civismo, Asturias es la 13ª de 17 CCAA en cuanto a medidas liberales se refiere. Y en algunos de los apartados más importantes, ocupa los últimos puestos.
Asturias en el Índice de Libertad Económica (Fuente: Civismo)
De esta manera, en la cuestión comercial (regulaciones de horarios, licencias, tasas, etc.) el Principado es la última región de la lista, la que más trabas pone a sus empresarios. Una comunidad que se caracterizó siempre por tener algunos de los mejores comerciantes de España, cuna de Ramón Areces (fundador de El Corte Inglés) o Pepín Fernández (Galerías Preciados) es ahora la que tiene una normativa más restrictiva.
Además, Asturias se caracteriza por sus altos impuestos (16º lugar de la lista), con altos tipos en numerosas figuras tributarias, como por ejemplo en donaciones, tanto de inmuebles como en metálico.
Con este panorama (restricciones legales y altos impuestos) es difícil que los emprendedores de dentro o fuera del Principado se decidan a montar nuevas empresas en la región. Los antiguos motores de su economía (minería, siderurgia, ganadería) llevan varias décadas en crisis. La reconversión industrial de los ochenta acabó con gran parte de estas industrias, que se mostraban incapaces de competir en los mercados internacionales. Sin embargo, se mantuvieron las subvenciones a numerosas empresas y explotaciones lo que, lejos de ayudar, mantiene en un estado de respiración asistida permanente a su economía, que ni acaba de reconvertirse ni asume la necesidad del cambio.
Al igual que el País Vasco (una región que hace dos décadas enfrentó problemas similares), que se ha reconvertido a los servicios y a las nuevas tecnologías, con algunos de los polígonos más modernos y eficientes de España, Asturias necesita un cambio. Muchos de sus emigrantes se enriquecieron en Cuba, Alemania o Bélgica a base de trabajo duro, inteligencia y espíritu emprendedor. Ahora, tendrán que hacerlo en su tierra... si los dirigentes les dejan.
Las elecciones
Porque, como en otras muchas ocasiones, la política hará mucho más difícil dar ese paso. Será complicado para cualquier Gobierno regional atreverse a quitar las ayudas a una industria deficitaria o las subvenciones a una empresa en pérdidas. Además, el panorama ante las urnas es, quizás, el más extraño de entre las 13 comunidades que elegirán ejecutivo regional el próximo 22 de mayo.
La historia dice que desde 1982, cuando se aprobó el Estatuto de Autonomía, en Asturias sólo ha gobernado el PSOE, con un breve paréntesis entre 1995 y 1999, en el que fue presidente en minoría Sergio Marqués, del PP. En las últimas elecciones, el PSOE obtuvo 21 escaños, por 20 del PP y 4 de IU, que optó por apoyar a Vicente Álvarez Areces (que ahora no se presenta a la reelección) al frente del Gobierno.
Desde hace un par de años, las encuestas apuntaban a que el PSOE podía perder el primer puesto, pero parecía complicado que el PP consiguiera la mayoría absoluta que necesita. Sin embargo, todo ha cambiado con la irrupción de Francisco Álvarez Cascos y su Foro Asturias. Según el CIS, la suma de PP y FAC alcanzaría los 23 escaños por 22 de PSOE+IU. ¿Serán capaces de pactar los antiguos compañeros de partido para echar del Gobierno del Principado al PSOE? ¿Conseguirá Javier Fernández, nuevo candidato socialista, mantener el Ejecutivo regional?