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Emilio J. González

Draghi, Merkel y el Plan Euro

Algo tendrán que darle los demás a Merkel para que acepte al italiano. Y eso será, ni más ni menos, la exigencia de una versión más dura del Plan Euro.

La carrera por la sucesión de Jean Claude Trichet al frente del Banco Central Europeo parece finalmente decidida en favor del italiano Mario Draghi, una vez que el presidente francés, Nicolas Sarkozy, ha dado su respaldo al gobernador del Banco de Italia, que ya sólo necesita el plácet de la canciller alemana, Angela Merkel, para proclamarse oficialmente sucesor. Este acuerdo, sin embargo, puede tener repercusiones muy importantes para la unión monetaria europea.

La Unión Europea avanza a golpe de equilibrios. Cuando Angela Merkel intentó imponer, por una parte, a Axel Weber –un halcón germano contrario a que el banco central del euro continuara con su estrategia de apoyo a los países en dificultades a través de la compra de deuda pública y de la admisión de esta como garantía para prestar a los bancos– como presidente del BCE y, por otro, condicionar las ayudas a los países con dificultades a un duro plan de ajuste, incluyendo la vinculación del crecimiento de los salarios a las ganancias de productividad, en vez de a la marcha de la inflación, la balanza se desequilibró en favor de una hegemonía alemana sobre toda el área euro que muchos temían y pocos querían. Rápidamente Merkel entendió que, si quería salirse con la suya, al menos tenía que guardar las formas, con lo que retiró la candidatura de Weber. Pero Merkel no quería perder el control del BCE y al instante surgió la candidatura del finlandés Erkki Liikanen, muy próximo a las tesis de Alemania en relación con el papel que debe desempeñar el BCE. Sin embargo, debido a ello, su candidatura tampoco fue bien vista por los demás, temerosos de que la operación fuera un nuevo intento de consolidación de la hegemonía alemana en la unión monetaria europea.

Ahora los europeos han encontrado una salida a la sucesión de Trichet con la figura de Draghi, que desbloquea el proceso. Sin embargo, recordémoslo, la Unión Europea se mueve a golpe de equilibrios y algo tendrán que darle los demás a Merkel para que acepte al italiano. Y eso será, ni más ni menos, la exigencia de una versión más dura del Plan Euro, esto es, de las condiciones que quiere imponer Merkel para respaldar a los países con dificultades presupuestarias. Por supuesto, el nombramiento de Draghi no implica necesariamente que el BCE vaya a seguir con su política de monetización de la deuda pública de estas naciones. Más bien todo apunta a que dicha política está a punto de llegar a su fin, pero, al menos, con el nombramiento del gobernador del Banco de Italia se impide que Alemania consolide su hegemonía en la unión monetaria europea y, a partir de ahí, no hay ningún obstáculo para que Merkel pueda acabar saliéndose con la suya e imponer duras condiciones a aquellos países que tengan que ser rescatados por la Unión Europea. El Gobierno español debería tomar buena nota de las implicaciones que tienen todos estos movimientos para su política económica.

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