Con el estilo recargado que le caracteriza Alberto Ruiz Gallardón entregó las llaves de Madrid al emir de Qatar y aseguró que su país "destaca entre las naciones de su entorno como un país abierto y moderado, animado por un permanente propósito de paz y de progreso", pero... ¿es cierta esta imagen?
No demasiado si atendemos a aspectos esenciales de lo que podríamos entender como una democracia que respete los derechos de sus ciudadanos. Por el contrario, no pocos aspectos de las instituciones o las leyes qataríes son más propias de una monarquía medieval.
¿Democracia?
Por supuesto, el principal mandatario es el Emir, que es un cargo hereditario que monopolizan los miembros de la familia Al Thani. Entre sus múltiples prerrogativas el Emir elige al primer ministro y, tal y como lo elige puede después sustituirlo.
La Constitución, que entró en vigor en 2005, prevé la puesta en marcha de una cámara legislativa, el Consejo Consultivo, en el que 30 de sus 45 miembros serán "elegidos directamente por votación secreta", mientras que los otros 15 serían designados por el Emir.
Sin embargo, tal y como podemos ver en la página de información mundial de CIA, no sólo no se han celebrado elecciones desde 1970 (a excepción de una especie de municipales) sino que no hay ningún partido político constituido como tal, ni tan siquiera líderes políticos o grupos de presión. Por el momento, el actual Consejo Consultivo tiene sólo 35 miembros, elegidos directamente por el Emir y cuyo mandato se renueva año a año.
El sistema judicial tampoco escapa al control del Emir: todos los jueces son nombrados por Decreto tras escuchar, eso sí, la recomendación del Consejo Judicial Supremo. Por otro lado, el país no ha aceptado la jurisdicción del Tribunal Penal Internacional.
¿Libertad de prensa?
La Constitución garantiza en teoría la libertad de prensa, pero según la información del Departamento de Estado de los EEUU en la práctica las presiones de distintos tipos, tanto económicas como políticas, son habituales y los periodistas y los medios se ven sometidos a una fuerte autocensura.
Por otra parte, los siete diarios que se publican en el país están en manos privadas, pero pertenecen a miembros de la familia real. En la radio y la televisión públicas la censura se ejerce con toda normalidad, aunque no siempre sobre cuestiones estrictamente políticas.
Además, como muchos de nuestros lectores sabrán la cadena internacional de noticias en árabe Al Jazeera tiene su base en Qatar. En teoría es independiente, pero de acuerdo con el Departamento de Estado recibe fuertes subvenciones y no trata temas controvertidos del propio país.
¿Derechos de la mujer?
La Sharia es la ley que rige muchos aspectos de la vida en Qatar, especialmente por lo que se refiere al derecho familiar y personal. Las grandes perjudicadas son, como no, las mujeres.
En primer lugar la poligamia está aceptada incluso legalmente, aunque en los últimos tiempos la sea una práctica en retroceso todavía hay hombres que toman una segunda esposa y mujeres que aceptan serlo.
Además, un varón qatarí podrá casarse con una mujer no musulmana, pero una mujer no podrá hacerlo con un varón que no profese el Islam. También para casarse con un extranjero tanto mujeres como hombres deben pedir permiso a las autoridades, pero los varones tienen más fácil obtenerlo. Además, los hijos de un qatarí con una extranjera recibirán automáticamente la ciudadanía, no así los hijos de una qatarí con un extranjero.
Del mismo modo en las herencias los hijos varones recibirán el doble de bienes que sus hermanas; y todavía más grave: ante un tribunal es necesario el testimonio de dos mujeres para igualar el de un hombre.
Esto último provoca que, pese a estar penadas por las leyes, tanto la violencia doméstica como los abusos sexuales sean al parecer relativamente habituales, especialmente contra trabajadoras extranjeras. La violación en el seno de un matrimonio no está tipificada como delito.
Por supuesto, y más allá de lo reconocido en los códigos legales, la igualdad de la mujer es muy relativa: aunque son libres de hacerlo a partir de los 30 años de edad, normalmente no pueden viajar sin un acompañante masculino y, por ejemplo, tienen problemas para reservar por sí mismas una habitación de hotel.
Y aunque sí hay en Qatar mujeres que trabajan y a pesar de que cobran un salario como el de sus compañeros varones cuando realizan labores similares, no reciben las mismas dietas, que en el caso de los hombres pueden llegar a cubrir los costes de transporte y vivienda.
Por último, aunque las normas legales no especifican nada al respecto (rara vez lo hacen en ningún país) y hay, se dice, una cierta libertad para vestir de otra forma, las presiones familiares y la tradición impulsan a la mayoría de las mujeres qataríes vistan completamente veladas.
¿Derechos de los homosexuales?
Uno de los grandes déficits democráticos de Qatar es, como en la inmensa mayoría de países de su entorno, el tratamiento que se da a los homosexuales. De hecho, tal y como ha recordado la organización gay española COLEGAS con motivo de la visita del Emir qatarí, la sodomía sigue estando penalizada legalmente.
En el anterior código penal qatarí, de 1971, el sexo anal entre dos adultos merecía penas de cárcel no inferiores a cinco años. En 2004 se sustituyó esta ley por un nuevo código, pero también en éste se dedica todo un capítulo a la "Instigación del libertinaje, la disipación y la fornicación".
Por supuesto, la sodomía sigue estando específicamente castigada (así como el adulterio femenino): el artículo 296 asigna una pena entre uno y tres años a quién "llevase, instigase o sedujese a un hombre de cualquier manera para practicar la sodomía". En el 298 también se castiga, con "no más de diez años de prisión", a quien "haga de la sodomía o el adulterio una profesión".
En resumen, si bien comparativamente puede que la dictadura en Qatar no sea tan severa como en países del entorno como Arabia Saudí, esto no hace de este pequeño país petrolero ni una democracia avanzada ni un socio fiable.