Indicábamos la semana pasada que el mercado había empezado a desvincular España de la fortuna de Grecia, Irlanda y Portugal ya que el diferencial del bono a 10 años había caído por debajo de los 180 puntos básicos (pbs) en relación a Alemania. También comentamos que esta percepción es muy volátil, como ha quedado demostrado solo una semana después con una subida del diferencial a más de 220 pbs. Es decir, hemos vuelta a las andadas con el riesgo país de España nuevamente vinculado con la periferia europea.
Hay diversos factores que explican esta situación. Se pueden dividir en externos y de cosecha nacional. Entre los externos cabe mencionar, primero, la creciente sospecha de que la deuda griega tendrá que ser reestructurada, segundo, la bajada a "negative watch" de la triple A concedida por Standard & Poors a los EEUU (por cierto, si España tuviera el mismo cuadro macroeconómico, ya hubiéramos suspendido pagos) y, tercero, el reciente informe del Fondo Monetario Internacional que si bien no ha aportado nada nuevo desde el punto de vista analítico sobre España, sí es otro jarrón de agua fría para las previsiones económicas del Gobierno del Sr. Rodriguez Zapatero.
Como factores autóctonos, ocupa un lugar de privilegio las declaraciones prematuras y equivocadas de nuestro presidente en China. Pocas veces se ha logrado hundir la confianza de un país en tan corto espacio de tiempo. Llamar la atención sobre nuestras necesidades de financiación sin acertar ni en la magnitud ni el nombre del posible inversor chino, invita a pensar que nuestro país es todo menos serio. Sr. Rodriguez Zapatero, todos los banqueros y hombres de negocio pronto aprenden la lección de máxima discreción incluso después de haber cerrado una operación, pero nunca, jamás, comentan sobre futuribles pues el mero hecho de hacerlo puede hundir el proyecto.
Como segundo y tercer factores internos, cabe mencionar las reformas extremadamente lentas del mercado de trabajo y de las cajas de ahorro. ¿Qué pasa con la negociación colectiva? ¿Tendremos que esperar a que los sindicatos se hagan el haraquiri voluntariamente? ¿Y cuando veremos algún inversor recapitalizando las cajas? Por lo pronto, los chinos han dicho que todavía no, y quizá nunca.
Pero lo que verdaderamente preocupa al mercado son las elecciones de mayo y el más que probable destape de un fuerte déficit autonómico y municipal, mayor del que hoy se contabiliza, tal y como ocurrió después de las elecciones catalanas. En una futura columna veremos que el despilfarro autonómico ha ido creciendo en el último trienio y, lógicamente, esto afecta tanto al déficit como al mejor conocido endeudamiento autonómico.
España tiene la posibilidad de escapar a la suerte de la periferia europea pero sólo si sigue avanzando por un largo, estrecho y penoso camino de reformas. Se han hecho cosas desde el fatídico mayo de 2010, es cierto. Pero falta mucho por hacer y, sobre todo, falta tiempo.