La deriva ideológica que está adoptando desde hace ya algún tiempo el Partido Popular en múltiples materias, incluida la económica, constituye una preocupación más que añadir a la difícil situación que atraviesa el país. La cúpula popular, la elite de políticos que aspira a sustituir a los socialistas en el Gobierno, ha ido interiorizando progresivamente clichés e ideas propias de un progresismo trasnochado como resultado de su ansiado viaje al centro político. Y lo peor de todo es que nada apunta a que se trate de una mera estrategia de marketing electoral a fin de atraer hacia sí desengañados votantes del PSOE. No obstante, algunos de sus líderes se encuentran de lo más a gusto y natural militando en un socialismo de facto.
Éste es el caso del vicesecretario de Comunicación del PP, Esteban González Pons, votante declarado de Felipe González en sus años de juventud. Cierto es que nadie es perfecto y que todo el mundo puede cometer errores, pero éste no parece ser el caso de González Pons quien, lejos de rectificar, mantiene un ideario netamente izquierdista pese a ocupar un alto cargo en el seno del PP. Así, por ejemplo, lejos de rechazar el famoso Plan E ideado por el Gobierno para impulsar obras públicas del todo inútiles en miles de municipios, Pons no cuestionó la cuantía del fondo, tan sólo su finalidad, al igual que Rajoy. También fue Pons el que criticó duramente al Gobierno por tratar de cerrar el grifo del crédito a los ayuntamientos en 2010 –cosa que al final no hizo, por cierto–, arguyendo que supondría la "miseria" para miles de trabajadores y empresas dependientes del maná público.
El mismo Pons que se declara fan de La Sexta, y el mismo que el pasado viernes cargó contra Telefónica por reducir plantilla y repartir bonus entre sus directivos, al igual que hizo Rubalcaba, Salgado, Valeriano Gómez o el propio Zapatero. En ese mismo discurso arengó a los jóvenes del PP empleando lemas e ideas extraídas de un panfleto anticapitalista, Indignaos, cuyo autor echa en falta el socialismo de la extinta URSS.
Pero Pons no es el único socialista declarado de la familia popular. Gallardón es el ejemplo práctico más plausible. Amante de los impuestos y del gasto público, el actual alcalde de Madrid llegó a disparar un 324% la deuda de la comunidad autónoma durante sus años de presidencia regional. Todo un récord, ni siquiera superado por el tripartito catalán de José Montilla. Su posterior gestión municipal habla por sí sola.
Camps no le anda lejos. La Comunidad Valenciana es la más endeudada del país con respecto a su PIB regional gracias a las certeras políticas económicas de su Gobierno, que en poco o nada tienen que envidiar a la expansión de estímulos fiscales impulsada por el tándem Zapatero-Salgado a nivel estatal.
Así está el PP, ni más ni menos: con responsables de comunicación amantes del socialismo teórico y gestores regionales encargados de poner en práctica tales medidas. Todo ello pone en duda la existencia de una alternativa política real al actual Ejecutivo socialista. No obstante, Pons, Gallardón y Camps, entro otros, son líderes de la máxima confianza de Mariano Rajoy, y éste ya invitó hace tiempo a liberales y conservadores a salirse del PP. Lo está consiguiendo, sin duda.