Con este tercer y último artículo finalizamos el breve perfil de lo que sería el hipotético rescate de España (ver aquí el primer y segundo artículo sobre esta materia). En este caso, nos centraremos en los efectos a "pie de calle", esperando puedan ustedes obtener ejemplos prácticos con los que orientarse de cara a sus diversos negocios y asuntos.
Para el ciudadano de a pie, los principales efectos que percibe en un proceso de este tipo son los siguientes:
- Incremento de la carga tributaria, derivado de la necesidad del Estado de ingresar más recursos con los que atender el servicio de la deuda.
- Efectos negativos sobre sus rentas del trabajo o del capital, debido a un cúmulo de factores (reducción de salarios de empleados públicos, cierre de empresas por la caída de la demanda, cancelación de contratos públicos por necesidad de recortar gasto...).
Para comprender cómo se generan dichos efectos tengan a bien revisar los artículos anteriores, en especial la explicación relativa a las medidas que adoptarían el FMI y la UE como contrapartida del rescate. Entre sus prioridades, figuran el reequilibrio de las cuentas públicas (déficit cero, por las buenas o por las malas), junto con la adopción del recetario de reformas con la doble intención de asegurar ingresos para atender la deuda (privatizaciones, canjes por deuda, incremento de precios públicos...). En tercer lugar, pero no por ello menos importante, se adoptarían una serie de medidas con las que corregir los desequilibrios que veíamos en el artículo anterior.
El problema de este conjunto de acciones es que generan efectos sobre los ciudadanos, entre otros, el control draconiano del gasto provocará una caída de la demanda interna, puesto que faltará el "parche" con el que las Administraciones Públicas venían apuntalando la demanda, a base de endeudarse como posesas. Menores contratos de las Administraciones, así como el despido de por lo menos 1 millón de trabajadores públicos traerían consigo, igualmente, menor empleo y menor demanda.
Por otra parte, la reforma radical del mercado de trabajo que abordaremos en 2012 llevará a un descenso en picado de los salarios, y no hay que ser un Premio Nobel para concluir que si un ciudadano ingresa menos, gastará menos. En el caso de los funcionarios, un recorte del 25% al 30% en sus salarios es un escenario bastante probable.
La caída de la demanda interna, que rondaría entre un 20% a un 30%, provocaría el cierre masivo de comercio local, empresas dependientes de la Administración y, a través de cadenas de morosidad, de otra buena parte de empresas. Este efecto, de nuevo, se verá potenciado por el incremento de impuestos y precios públicos, deprimiendo todavía más la demanda e incrementando el paro, que en el suelo de la crisis que ahora va a empezar, se situaría en el entorno de los 7 millones de parados reales, según empiezan a barajar algunos economistas.
Todo ello son hipótesis a tener en cuenta en caso de que el temido rescate llegue a producirse, extrapolando las experiencias que desde hace meses vienen registrando los países ya intervenidos oficialmente (Grecia e Irlanda).
Llegados a este punto, si aún les queda ánimo para continuar con esta lectura, les dejo una lista de consejos generales a modo de "buenas prácticas" para el viaje de Dante que nos esperaría:
1. Si es usted un trabajador por cuenta ajena, siéntese con papel, lápiz, calculadora y archivador de facturas, haga cuentas de cómo resistirá una pérdida de ingresos del 30%.
2. Si dispone de ahorros, cuídelos como oro en paño, no contrate productos con entidades financieras a largo plazo, le ofrezcan lo que le ofrezcan, mida el tipo de interés ofrecido por la entidad como medida de lo desesperada que está por captar pasivo.
3. Si es usted un pequeño comerciante, haga números y compruebe si soporta un desplome del negocio de semejante tamaño. Si no lo hace, planifique ya el cierre o la venta de su negocio. Si se cree capaz de resistirlo, empiece a trabajar en un plan de contingencia (despidos, reducción de costes, cierre de locales...).
4. Si es usted un funcionario de carrera, aplíquese el primer consejo, si es un contratado su escenario debería de contemplar la pérdida de su trabajo, en ese caso, calcule en base al siguiente consejo.
5. Si es usted un parado, conoce el plazo de prestación por desempleo. Salvo milagro (o sea, encontrar un trabajo), está usted en tiempo de descuento hacia la ruina. La suma de sus ahorros más la prestación, dividido por su gasto mensual, es lo que le queda de margen. Piense que los cementerios están llenos de tumbas con el epitafio: "Malo será..." Básicamente, existen tres opciones: encontrar trabajo por cuenta ajena, crearse su trabajo por cuenta propia o bien buscar en mercados más prometedores, o sea, pique billete y váyase.
6. Si tiene hijos, amigos o parientes jóvenes finalizando su formación su alternativa es, posiblemente, marcharse de este país. Si se quedan, o no encontrarán trabajo o encadenarán contratos eventuales a sueldos muy bajos. Sencillamente, no habrá mercado para tanto parado. Si el joven ya está en ello, apóyelo; si no está por la labor, establezca plazos y resultados concretos. Tal vez en estos años los hemos malcriado, pero las tornas ahora han cambiado: hay que traer dinero a casa, o por lo menos, no suponer un gasto más.
7. Si está usted muy endeudado, lo siento pero la lleva clara. Finalizaremos este año con tipos del BCE en el 2%, y no pararán hasta el 5%, ya que hay mucha masa monetaria que drenar. Calcule si su economía resistirá tal alza de tipos, y si no la resiste vaya pensando en un especialista en concursal si se lo puede permitir o empiece a informarse sobre abogados en turno de oficio.
8. Finalmente, un consejo de carácter general. Menos la muerte, todo tiene solución... Pero no necesariamente tiene que ser fácil ni agradable. Si piensa que hasta ahora la crisis se lo ha hecho pasar mal, se equivoca, ahora es cuando empieza lo duro. Tiempos duros, decisiones duras.