El FMI ha dicho a España que debe recortar más el gasto público. El presidente del Gobierno, sin embargo, se niega a ello. Pero, le guste o no, a Zapatero probablemente no le va a quedar más remedio que aplicar la tijera con intensidad si quiere evitar la quiebra de nuestro país.
El problema de partida es que el presupuesto de este año se ha hecho sobre unas previsiones de crecimiento y de empleo completamente irreales, que han sobrevalorado tanto los ingresos como los gastos. Y gastar, lo que se dice gastar, tanto el Estado como las autonomías lo hacen con verdadera pasión. Por desgracia, los ingresos tributarios no acompañan, no sólo porque estaban sobrevalorados en los presupuestos, sino porque la economía dista mucho de haber salido del estado de depresión en el que se encuentra. No hay más que ver la caída en la venta de automóviles, o en las ventas del comercio minorista para apreciar que la recaudación fiscal está muy por debajo de lo previsto. Y la cosa se pone peor porque entre la subida de la luz, la del petróleo y la de la hipoteca, las familias tienen mucho menos dinero para gastar, suponiendo que tengan ingresos para ello, con lo cual, la cosa se pone difícil.
Además, Zapatero, lo mismo que las autonomías, sigue sin entender que las cosas en este país ya no van a volver a ser como eran antes de la crisis, al menos en lo que a ingresos impositivos se refiere, porque una vez que ha estallado la burbuja inmobiliaria, han desaparecido con ella los ingresos extraordinarios que proporcionaban a las haciendas públicas los altos precios de la vivienda. Así es que, le guste o no a ZP, las administraciones públicas tienen que apretarse el cinturón bastantes agujeros porque en muchas de ellas la situación es tal que ya no hay dinero ni para pagar las nóminas o dejará de haberlo de aquí a unos meses.
En este contexto, el sector público de nuestro país no puede seguir gastando como lo ha venido haciendo en los últimos años. Cuanto antes se den cuenta los políticos de ello, antes podremos empezar a superar la crisis. Y no tenemos otro camino porque, o se hace, o vamos a la quiebra, como siguen advirtiendo algunos medios y algunos organismos internacionales, como el propio FMI. La pregunta es si el Gobierno Zapatero tiene la capacidad suficiente para liarse a tijeretazos por aquí y por allá y podar todo cuanto de superfluo e innecesario tiene el gasto público en España.