El Gobierno presentó el cuadro macroeconómico de España la semana pasada con crecimiento del PIB de 1,3% en el año en curso y de 2,3% para el próximo. Las previsiones son ligeramente menores que las anteriores (-0,2% en relación al 2012), pero el optimismo crónico del Gobierno queda patente comparando sus estimaciones con las de la Comisión Europea y del Banco de España: un 0,6 % por encima en el año en curso y entre el 0,6% y el 0,8% para el que viene.
Las previsiones del Gobierno son voluntaristas por diversas razones. La primera se debe al incremento de los tipos de interés oficiales que tuvo lugar el pasado jueves. Según el presidente del BCE Trichet, la escalada de tipos sólo acaba de empezar. Independientemente de que esto sea bueno para contener la inflación en la zona euro, lo cierto es que el inicio de un política monetaria más dura (¡ojo, los tipos reales siguen negativos!) nos coge con el pie cambiado y con una atonía total de la demanda interna. La subida de tipos reduce nuestras expectativas de crecimiento en el corto plazo. Por otro lado, la subida del precio de los hidrocarburos también merma el único punto de recuperación económica que se vislumbra para España en el corto plazo, la demanda exterior.
El tercer factor es nuestro vecino Portugal que se vio obligado a pedir el rescate financiero la semana pasada. Esta decisión nos impactará de lleno pues supone frenar el crecimiento luso como consecuencia de los duros programas de ajuste que vendrán de Washington y Bruselas. Seremos el más afectado de la zona euro, aparte de Portugal, por nuestros estrechos e importantes lazos comerciales.
En cuarto lugar queda por ver si habrá alguna otra caja o banco que escape del control del Banco de España en los próximos meses. Ya han caído la CCM y la CAM. ¿Cuál será la siguiente? Es una pregunta probabilística que depende del ritmo de recuperación económica. Si es más lento de lo previsto, aumenta la probabilidad de la ocurrencia y de la apelación forzada al FROB.
Por último, queda por ver el recuento del déficit público tras las elecciones regionales y locales de mayo. Si cambia el color político de alguna comunidad autónoma es más que razonable pensar que, como ocurrió en Cataluña, se revisen al alza las estimaciones oficiales. Ante esta situación, el IVA seguramente subirá nuevamente.
Como factores que pueden dar la razón al Gobierno, cabe mencionar la percepción en el mercado de la desvinculación de España de la fortuna de Grecia, Irlanda y Portugal: el diferencial del bono a 10 años ha caído a 178 pbs en relación a Alemania. También cabe mencionar el impulso del turismo debido a los problemas del Magreb. Pero el primero factor es fugaz, y el segundo, en mi opinión, insuficiente para corregir todo lo anterior. En definitiva, los riesgos apuntan a menor crecimiento.