Uno echa mucho de menos aquel tiempo en que los corresponsales de prensa, para hablar de un país, no salían de la habitación de la pensión porque no hablaban el idioma local o, mejor, ni siquiera aparecían por el país, porque lo que importaba eran los hechos pero sólo cuando estaban aplicados a la buena literatura, y no al revés. Es fama que algún corresponsal español hizo las mejores crónicas sobre el ascenso al poder de Hitler en Alemania mirando un rato por la ventana de su alojamiento berlinés y teniendo los periódicos alemanes de la tarde delante, sin saber leer ni papa del idioma de Goethe. La inspiración sobre lo que estaba ocurriendo venía por el contacto de los codos con aquellos diarios alemanes, por absorción.
Y es que para hablar de algo tan anómalo como el triunfo de la encantadora visión de la vida nazi (el propio Hitler llegó a decirle, en desopilante entrevista, al diplomático y escritor Eugeni Xammar que los españoles eran muy bienvenidos en la nueva Alemania, aunque le pronosticaba a Xammar alguna paliza accidental por la calle, porque tenía nariz judaica), nada mejor que inventarse las crónicas del modo más anómalo posible. Total, nunca serían lo bastante disparatadas como para igualar lo que de verdad ocurría en la calle. Digo que echo mucho de menos aquellos tiempos más serios de los corresponsales y enviados especiales de prensa porque tengo noticia de cierto editorial del Financial Times riñéndonos ahora a los españoles por tener mala opinión de Zapater o y por no haber impedido que se vaya. Cuando para ser corresponsal o para opinar algo sobre el extranjero no hacía falta enterarse de nada sobre lo que pasaba, las cosas se ajustaban mucho más a la realidad de un país. Pero que mucho más.
Tan psicotrópico editorial del Financial Times coincide con el delegado del Gobierno en mi pueblo, quien dice lloroso ante la huida de Zapatero que "la Historia hará justicia con Zapatero" (o sea, la Historia lo absolverá, que dijo de sí mismo cierto estadista llamado Fidel Castro Ruz). Pero al Delegado del Gobierno de mi pueblo le pagan por decir esas cosas, no así al "Financial Times". ¿O al Financial Times también? Lo emitido por la publicación de referencia recuerda irresistiblemente al clásico esnobismo anglosajón de elogiar para países que consideran inferiores en dignidad y derechos lo que jamás querrían para su propia nación. No está tan lejos el editorial del Financial Times respecto a lo que dice de Zapatero que los saltimbanquis Oliver Stone o Sean Penn en relación a la banana sudamericana. Claro que tampoco está tan lejos, ay, lo que supura en su editorial el Financial Times de lo que la semana pasada opinaba Emilio Botín, quien, siguiendo con el esnobismo exquisito, jamás querría para su banco lo que pide para España. ¿Pondrá toda su fortuna en las manos de Zapatero, nombrándolo administrador único, ahora que éste va a quedar desoficiado?
"Los españoles no parecen inclinados a reelegir al Partido Socialista. Pero con el tiempo pueden llegar a valorar los servicios que Zapatero rindió a su país en su hora de necesidad", según el mencionado editorial del periódico financiero. Se le escapa al Financial Times que la hora de necesidad española la causó en mucha parte el propio Zapatero, quizás para rendirnos ahora el inestimable servicio de irse. Causa pavor el editorial también por lo que no dice, pero desde luego sugiere: que sólo el más sectario Gobierno socialista imaginable y el peor Gobierno de la historia de la democracia parlamentaria europea puede llevar a cabo en España alguna reforma económica que rebaje nuestro anquilosamiento, porque al partido de Rajoy. Si gobierna tras las generales, lo dan como carne picada desde el primer momento en manos de los sindicatos y de la Academia de Cine. Así, los españoles según el Financial Times acabaremos por estar agradecidos a Zapatero... por aquella desinencia de la Ley de Murphy, "cuando parece que nada puede ir peor, inevitablemente empeora". Gran futuro el que nos augura tan prestigiosa publicación financiera.
Ante la magnitud del dictamen del Financial Times sobre lo que añoraremos a Zapatero cuando comprobemos lo que viene detrás, el primero que debería salir corriendo de España es su corresponsal, si lo tiene. Y mientras pueda.