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Emilio J. González

Sindicatos modernos = cero subvenciones

A los sindicatos españoles los parados, las empresas y demás les traen al fresco porque ellos viven del presupuesto.

En este país nos quejamos con frecuencia de que los sindicatos no se han adaptado a los tiempos que corren, hasta el punto de que la sociedad les da completamente la espalda. Pero, ¿por qué van a evolucionar si tienen su existencia asegurada a través del presupuesto? Así, a estas alturas del siglo XXI nos encontramos con que las centrales sindicales españolas siguen defendiendo postulados decimonónicos, como eso de que el empresario se apropia de la plusvalía del trabajador y cosas por el estilo, y siguen negándose a entender que sin empresas no hay empleo y que lo que hay que hacer es promover la aparición de vocaciones emprendedoras y crear un marco adecuado para que las empresas puedan desarrollar sus actividades con la flexibilidad necesaria para poder adaptarse en todo momento a las circunstancias cambiantes de los mercados. De esta forma es como se genera empleo, riqueza y prosperidad para todos.

Los sindicatos, en cambio, no lo entienden así. Que la rigidez del mercado laboral condena a millones de personas al paro, pues a ellos no parece importarles demasiado, como bien estamos viendo en esta crisis. Que para que las empresas puedan sobrevivir y generar puestos de trabajo es preciso vincular los salarios con la productividad, pues ellos a insistir en que los sueldos se vinculen con la inflación aunque ello cueste cientos de miles de empleos. Que las empresas necesitan flexibilidad interna y que exista movilidad geográfica y funcional de los trabajadores, pues las centrales a negarse en rotundo...

Esto pasa porque los sindicatos tienen garantizada su supervivencia a través de los presupuestos públicos. Si tuvieran que vivir simplemente de la cuota de sus afiliados, estoy convencido de que su actitud sería radicalmente distinta. Ahí tenemos para demostrarlo, sin ir más lejos, a los sindicatos alemanes, que se muestran orgullosos de no tener que depender del Estado para sobrevivir y se sorprenden de que sus colegas españoles, por el contrario, insistan en su dependencia del presupuesto público. Pero, claro, es que en la tradición sindical alemana tienen muy claro que los sindicatos están para prestar servicios a los trabajadores, no para promover luchas políticas. Así lo vienen haciendo desde el primer momento de su existencia y por eso cuentan con el respaldo de la gente. Y lo mismo ocurre cuando se trata de adaptarse a los tiempos que corren. Los sindicatos alemanes no tuvieron problemas para entender que si Alemania tenía que recuperar competitividad, avanzar hacia el pleno empleo y mantener su sistema de producción social, sólo podría hacerlo mediante los sacrificios que implica la política deflacionista que ha seguido este país en los últimos diez años y que le ha permitido salir de la crisis financiera internacional muy pronto, muy fortalecido y generando mucho empleo. A ellos les importa la gente porque su supervivencia depende de ella. A los sindicatos españoles los parados, las empresas y demás les traen al fresco porque ellos viven del presupuesto. He aquí, por tanto, la principal razón para desengancharles del mismo, porque si es importante lo que nos cuestan a los españoles, que nos vemos obligados a tener que subvencionarles, más aún lo es el daño que hace al conjunto de la sociedad un modelo sindical al que ya va siendo hora que se le ponga punto final con el fin de que se modernicen de una vez por todas.

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