Cefe2 dijo el día 31 de Marzo de 2011 a las 20:46:
Quizás las tesis mantenidas en este artículo, sean las más cohetentes con la aceptación de modelo económico que, hoy por hoy, parece el único aceptado/aceptable: un crecimiento continuo de la producción con el doble objetivo de mantener a la población entretenida, haciendola creer que está haciendo algo transcente, y al mismo tiempo, deleitada con el placeer del consumo. Así la conducta mamíferoide básica del hombre actual, aparece como compatible, con lo que llamamos calidad de vida, a su vez compatible con el mantenimiento de los mecanismos geobiológicos que estabilizan -limpian y mantienen- la Biosfera.
El mantener masas produciendo "bienes", entre los cuales se incluye la producción de la información para el convencimiento de la necesidad de consumir esos bienes, podría ser un modelo con futuro si, la producción de esos bienes -o servicios- fuere efectuada con energía endergónica (humana, animal); a lo que quizá se podría agregar aquella procedente del Sol en el momento actual: energía solar directa, viento, lluvia (agua que cae perdiendo energía potencial gravitatoria), biomasa; pero producir objetos -v.g. juguetes- destinados a ir educando a los humanos en esa necesidad despilfarratoria que exige este modelo económico, con enegía acumulada por la acción conjunta del Sol y la dinámica de la Tierra: el carbón y el petróleo son realmente enegía solar emitida por nuestra estrella en el pasado geológico, captada por mecanismos fotosintéticos, y almacenada en las rocas sedimentarias, es algo, que obviamente solo se podría hacer -con cierta perspectiva temporal-- si la población humana fuese mucho menor de la que es hoy. No se puede mantener este sistema productivo-consumista alimentado por la combustión de algo cuya duración se puede calcular en unas pocas decenas de años, o del carbón que, al consumo actual podría durar unos 200 años.
Hay otra energía utilizable hoy, no procedente del Sol, sino producida en explosiones estelares -supernovas-, previas a la formación del Sistema Solar, acumulada en núcleos atómicos más pesados que el hierro. Rompiendo esos núcleos, se produce una pérdida de masa, para convertise en energía, parte de la cual, es utilizable para calentar agua, producir vapor y mover turbinas. Esta fuente de energía -la acumulada en los nucleos pesados-, también está bastante limitada, y además plantea problemas de seguridad, y, aunque no consuma oxígeno, y consecuentemente no provoque cambios atmoférico-climáticos, puede provocar otros cambios que afecten a la biomasa del Planeta.
Otra energía: la obtenida al fusionar núcleos ligeros, pudiere ser la solución, ya que permite vislumbrar un horizonte temporal mucho más lejano, y permitir al hombre poner rumbo a planetas en otras estrellas. Pero, esto hoy por hoy, no parece manejable: las temperaturas, de más de 10 millones de grados, que se requieren para hacer fusionar al Hidrógeno, presentan serias dificultades en su manejo.
Piensen ustedes en la estética que les parece más bella:
1. Un Peking con sus calles llenas de bicicletas, con una población escasamente alimentada por el trabajo de las masas del mundo rural, con un nivel de consumo de energía exergónica de menos del triple que la endergónica, ella prodecente de sistemas solares y eólicos ubicados en los desiertos del Norte y Oeste.
2. El Peking actual poblado de coches atascados, emitiendo CO2 y otros gases nocivos, esperando que las gasolineras (a 20 años vista, y ya con la gasolina obtenida del carbón) estén desabastecidas, y la ciudad convertida en terreno de batalla de bandas que tratan de vivir como sea, no ya asando saltamontes o escorpiones sino colegas de la especie humana.
3. Un Peking lleno de coches - de una o dos toneladas- eléctricos, con la gente moviéndose en un entorno similara al que presentan algunas películas de ciencia ficción. La enegía que mueve todo procede de centrales instaladas en Manchuria. Se había resuelto el problema de los residuos, enviándolos a la Luna, pero, en el año 2103 un terremoto de grado 10 en la escala de Richter, junto a otros imprevistos, produjo una contaminación radiactiva que modificó los ADN de la población humana del Asia Oriental, no solo la humana, y no solo la del Extremo Oriente.
Quizás las tesis mantenidas en este artículo, sean las más cohetentes con la aceptación de modelo económico que, hoy por hoy, parece el único aceptado/aceptable: un crecimiento continuo de la producción con el doble objetivo de mantener a la población entretenida, haciendola creer que está haciendo algo transcente, y al mismo tiempo, deleitada con el placeer del consumo. Así la conducta mamíferoide básica del hombre actual, aparece como compatible, con lo que llamamos calidad de vida, a su vez compatible con el mantenimiento de los mecanismos geobiológicos que estabilizan -limpian y mantienen- la Biosfera.
El mantener masas produciendo "bienes", entre los cuales se incluye la producción de la información para el convencimiento de la necesidad de consumir esos bienes, podría ser un modelo con futuro si, la producción de esos bienes -o servicios- fuere efectuada con energía endergónica (humana, animal); a lo que quizá se podría agregar aquella procedente del Sol en el momento actual: energía solar directa, viento, lluvia (agua que cae perdiendo energía potencial gravitatoria), biomasa; pero producir objetos -v.g. juguetes- destinados a ir educando a los humanos en esa necesidad despilfarratoria que exige este modelo económico, con enegía acumulada por la acción conjunta del Sol y la dinámica de la Tierra: el carbón y el petróleo son realmente enegía solar emitida por nuestra estrella en el pasado geológico, captada por mecanismos fotosintéticos, y almacenada en las rocas sedimentarias, es algo, que obviamente solo se podría hacer -con cierta perspectiva temporal-- si la población humana fuese mucho menor de la que es hoy. No se puede mantener este sistema productivo-consumista alimentado por la combustión de algo cuya duración se puede calcular en unas pocas decenas de años, o del carbón que, al consumo actual podría durar unos 200 años.
Hay otra energía utilizable hoy, no procedente del Sol, sino producida en explosiones estelares -supernovas-, previas a la formación del Sistema Solar, acumulada en núcleos atómicos más pesados que el hierro. Rompiendo esos núcleos, se produce una pérdida de masa, para convertise en energía, parte de la cual, es utilizable para calentar agua, producir vapor y mover turbinas. Esta fuente de energía -la acumulada en los nucleos pesados-, también está bastante limitada, y además plantea problemas de seguridad, y, aunque no consuma oxígeno, y consecuentemente no provoque cambios atmoférico-climáticos, puede provocar otros cambios que afecten a la biomasa del Planeta.
Otra energía: la obtenida al fusionar núcleos ligeros, pudiere ser la solución, ya que permite vislumbrar un horizonte temporal mucho más lejano, y permitir al hombre poner rumbo a planetas en otras estrellas. Pero, esto hoy por hoy, no parece manejable: las temperaturas, de más de 10 millones de grados, que se requieren para hacer fusionar al Hidrógeno, presentan serias dificultades en su manejo.
Piensen ustedes en la estética que les parece más bella:
1. Un Peking con sus calles llenas de bicicletas, con una población escasamente alimentada por el trabajo de las masas del mundo rural, con un nivel de consumo de energía exergónica de menos del triple que la endergónica, ella prodecente de sistemas solares y eólicos ubicados en los desiertos del Norte y Oeste.
2. El Peking actual poblado de coches atascados, emitiendo CO2 y otros gases nocivos, esperando que las gasolineras (a 20 años vista, y ya con la gasolina obtenida del carbón) estén desabastecidas, y la ciudad convertida en terreno de batalla de bandas que tratan de vivir como sea, no ya asando saltamontes o escorpiones sino colegas de la especie humana.
3. Un Peking lleno de coches - de una o dos toneladas- eléctricos, con la gente moviéndose en un entorno similara al que presentan algunas películas de ciencia ficción. La enegía que mueve todo procede de centrales instaladas en Manchuria. Se había resuelto el problema de los residuos, enviándolos a la Luna, pero, en el año 2103 un terremoto de grado 10 en la escala de Richter, junto a otros imprevistos, produjo una contaminación radiactiva que modificó los ADN de la población humana del Asia Oriental, no solo la humana, y no solo la del Extremo Oriente.