Sensacional artículo y sensacionales sus enlaces, sobre todo al blog de tráfico (y sus mentiras). ¡Enhorabuena! Necesitamos muuuchos como Ud. (y Uds. los de LD).
Un saludo.
¿y por qué lo llamamos capitalismo?¿acaso no es mucha gentileza usar el absurdo corsé con el que Marx trató de explicarlo todo para luego ofrecer su pobre diagnóstico?
Un ejemplo modélico es lo que han hecho los ciudadanos de Islandia. Han provocado una nueva constitución donde el gobierno y el parlamento están formados por ciudadanos corrientes avalados con 30 firmas y han dejado de lado los partidos políticos. También han forzado a que quiebre la banca evitando socializar las pérdidas con rescates de su deuda.
Como decia Karl Marx "el estado es la propiedad privada de los burocratas".
Cuando el estado promulga una ley pasa lo mismo que cuando una persona dice una mentira. Se dice que la mentira es una carga que va aumentando con nuevas mentiras para ocultar la primera. Llega un momento que es tan grande el montón de mentiras que se viene abajo. Cuando un legislador promulga una ley está irremisiblemente abocado a promulgar otra y otra, y así infinitamente, porque al final siempre encuentran el llamado “vacío legal”. Hasta crear un embrollo totalmente contradictorio entre sí, que no hay quien lo puede llegar a conocer, ni entender. Para salir del atolladero en que se meten llegan a decir auténticas mamarrachadas como la de que “la ignorancia de las leyes no excusa de su cumplimiento”. ¿Es esto posible? ¿Cómo se hace lo que no se sabe? Es el absurdo elevado a categoría.
La legislación, aparte de ilegítima por su origen bastardo, ya que nace de la fuerza y no de la razón, da lugar entre otras, a tres consecuencias irremisibles y nefastas, a saber:
1ª.- A una constante y continua producción legislativa que nunca llega a resolver el problema que pretende, dando lugar a múltiples disciplinas o ramas, que ellos llaman del derecho, que a su vez se subdividen en especialidades dentro de cada rama. Ello aboca a la creación de tribunales, órganos administrativos y aparición de especialistas de cada una de las ramas, que actúan con arreglo a principios contradictorios entre sí. Por lo que unas partes de la legislación, no sólo desconocen a las otras, sino que las contradicen; de tal manera que se encuentran en todos los ordenamientos legislativos leyes contrarias a otras. La cantidad de principios y normas contradictorias en cualquier ordenamiento jurídico de los estados modernos es tan evidente y numerosa que no merece la pena citar ningún ejemplo. Empero, por ello nos hemos acostumbrado de tal forma a dichas contradicciones que las consideramos como normales, renunciando a toda crítica y acatándolas tranquilamente en cuanto emanan de los órganos constitucionalmente previstos y con arreglo a los procedimientos establecidos. Órganos que en cuanto ostentan la llamada soberanía nacional pueden hacer lo que quieran en detrimento de la voluntad de cada uno de los individuos. Toda su razón es que detentan el poder y por ello hacen lo que les da la gana, bajo la coacción de las leyes, que por ello les llaman normas coactivas.
2ª.- Un constante, progresivo e indefinido aumento de los órganos legislativos, gubernativos, administrativos y judiciales, que nunca son suficientes porque siempre llegan a la misma situación, la llamada “falta de medios materiales y humanos”. Es tan ingente la cantidad de individuos que viven del presupuesto, bien legislando, reglamentando, resolviendo, juzgando o simplemente enseñando tal maraña de normas que se convierte en el “modus vivendi “del grupo de presión más importante de cualquier sociedad, de forma que es imposible desmontarlo. Pero a pesar de la existencia de tantos organismos burocráticos alimentados por el presupuesto, irremediablemente tienen que recurrir al concurso de los particulares, bien a través de concesiones, contratos o imponiendo coactivamente su cooperación, dada su incompetencia. Igualmente aquí los ejemplos son tan obvios que no hace falta nombrar ninguno (retención de impuestos por los empresarios). El parásito va aumentando de tal forma de tamaño que, para alimentarlo, los agentes productivos se van extenuando hasta la inanición.
3ª.- Una falacia. Todo el conocimiento se pone al servicio del estado porque es el que da de comer a profesores y catedráticos. Así como a jueces y profesionales colegiados cuyo medio de vida son los conocimientos que el estado les ha proporcionado, a la vez que su mejor cliente o su amo directo. ¿Se puede pedir a esta gente que cuestione la facultad del estado para crear el derecho? Jamás reconocerán otra ley que el derecho positivo creado por el estado. El derecho natural será proscrito, no hay más derecho que el de su amo, y cualquiera que lo cuestione será un fanático peligroso y criminal para el que tienen un catalogo interminable de etiquetas con las que descalificarlo. Para ello imponen coactivamente un sistema de educación, controlado por el estado, desde la infancia hasta la universidad.
Entre los que chupan del bote no faltan individuos eminentes, por su inteligencia o por su talento, cuya función es convencer a la chusma ignorante de que sin un estado fuerte que controle y dirija la vida de los individuos no puede haber libertad y seguridad. Estos sabios oficiales, no carentes de sagacidad, en lugar de regirse por su razón, se ponen al servicio del amo más poderoso, ocupando los puestos de dirección en el gobierno, parlamento, tribunales, administración, escuelas, universidades y medios de comunicación. Desde sus cargos, que les permiten llevar una vida desahogada, tienen que justificar la necesidad de su existencia SIENDO LA VOZ DE SU AMO. Para conseguir la indispensable colaboración de la chusma, le hablan del “estado del bienestar“, que cuidará de ellos desde que nacen hasta que se mueren.