El ex ministro de Trabajo socialista Luis Martínez Noval escribió en El País "en defensa del sistema de reparto... tenemos un modelo de pensiones que merece la pena preservar, aunque para ello sean necesarias transformaciones paramétricas que se correspondan con las cambiantes circunstancias demográficas futuras". Este señor es economista, incluso cita a autoridades de la disciplina, incluso en inglés.
Lo primero que llama la atención es que lo que "tenemos" no lo hemos elegido: jamás nos han dado la oportunidad de elegir entre pagar la Seguridad Social y no pagarla. Asimismo, cuando el señor Martínez Noval proclama que es un sistema "que merece la pena preservar", no es algo que él recomiende a mujeres y hombres libres, sino que recomienda que los políticos se pongan de acuerdo en seguir imponiéndolo a las mujeres y los hombres, sin darles otra opción.
Con toda su autoridad y claridad es interesante que no termine de aclarar un punto fundamental de su argumento, y es que según él los trabajadores no entienden lo que pasa, y por tanto hay que obligarlos a pagar. Esto lo avalan premios Nobel de Economía, pero no es muy cariñoso por parte de un socialista obrero, creo yo. Apuntemos de todos modos la reiteración de este argumento entre los economistas: desde John Stuart Mill hasta Peter Diamond han sido muchos los que han pensado que "workers do not adequately understand", vamos, que son tontos y deben ser forzados, por su bien, claro.
En fin, el progresista Martínez Noval sigue adelante con su lección: no hay debate posible, porque nadie quiere cambiar el sistema, y en el Pacto de Toledo, ese pacto de silencio para no contarles la verdad a los españoles, no hay "ningún defensor de migrar a un sistema mixto de capitalización y reparto". Es cierto, ni uno solo. A pesar de que los socialistas acusan al PP de apoyar la libertad. Mienten, claro.
Y, como es economista, nos pone unos números para que nos quede claro: es mucho mejor la Seguridad Social que un sistema privado de pensiones. El sistema público es más seguro, más estable, y más rentable. Vamos, que paga más pensiones. Por lo tanto, "la conclusión no puede ser otra: tenemos un sistema de pensiones que merece la pena preservar, aunque para ello sean necesarias reformas paramétricas que se correspondan con las cambiantes circunstancias demográficas que vamos a vivir en el futuro. Si, además de eso, se materializa con el mayor consenso posible, nuestra columna vertebral del sistema de protección social puede volver a vivir en el futuro en las mismas condiciones de estabilidad financiera en las que lo ha hecho en las décadas precedentes. Con razón alguien escribió, ¡Dios salve a las pensiones públicas!".
Eso, que Dios nos salve. Que Él nos salve de este economista, incapaz de razonar con sus propios argumentos. Porque, vamos a ver, si este sistema es tan perfecto: ¿por qué no dejar que los trabajadores elijan permanecer en él o abandonarlo si así lo desean?
No va a decir don Luis con todas las letras que esto no se puede hacer porque los trabajadores son bobos. ¿Lo dice de verdad? Más alto, por favor, que no oigo.
La otra contradicción del argumento del ex ministro socialista es que si todo es tan estupendo, ¿por qué cambiarlo? Y si el cambio resulta que se debe a que el sistema es insostenible porque paga pensiones demasiado altas con respecto a las cotizaciones que cobra, entonces ¿por qué afirma que es más rentable que un sistema no basado en la coacción sino en la libertad?