Al señor gobernador del Banco de España le sucede lo mismo que a la Reina Roja de Alicia en el País de las Maravillas, dama que en muy célebre pasajeasegura creerse seis cosas imposibles antes de desayunar. Así, Mafo repasando media docena de balances de situación de las cajas de ahorros frente al café con leche humeante y las tostadas. Pecata minuta, por lo demás. Pues, como sabido, la deuda de nuestro sistema financiero apenas supera la mitad del PIB, una bagatela de cuyo setenta por cien resultan responsables únicas y exclusivas las cajas.
Es asusto, ése de la devoción patria por la ciencia ficción contable, que los partidos, igual los grandes que los pequeños, prefieren afrontar a la luz de un clásico, El Lazarillo por más señas. Recuérdese a esos efectos el convenio gastronómico que el ciego sometiera a consideración de su compinche, el zagal de Tormes: "Agora quiero yo usar contigo de una liberalidad, y es que ambos comamos este racimo de uvas, y que hayas del tanta parte como yo. Partillo hemos desta manera: tú picaras una vez y yo otra; con tal que me prometas no tomar cada vez mas de una uva, yo haré lo mesmo hasta que lo acabemos, y desta suerte no habrá engaño". ¿Existirá acaso mejor explicación del estruendoso silencio con que PP y PSOE han dado en parasitar de nuevo las cajas tras la reforma aparente del sistema?
Silente connivencia, la de los comensales partitocráticos, que ampara extremos tan obscenos como el de premiar con una dádiva de doscientos mil euros anuales (más dietas, huelga decir) al presidente honorífico de Catalunya Caixa. Que por tal responde el oneroso retruécano de la difunta Caixa Cataluña, la misma que Narcís Serra supo conducir con pulso firme y paso decidido hacia la quiebra técnica. De ahí esa ingeniosa figurita literaria que ya va camino de costarnos 2.250 millones a los damnificados por el FROB. En fin, aún habrá quien barrunte que la mitad del sistema financiero resulta algo demasiado importante como para dejarlo en manos de una cofradía de concejales, alcaldes y excelentísimos presidentes de diputaciones provinciales, consumados maestros todos en el alegre deporte de disparar con pólvora del rey. Ya se sabe, "hay gente pa tó" que diría El Gallo.