La comparecencia del gobernador del Banco de España ante la Comisión de Presupuestos del Congreso es digna de comentarse, aunque se moviera dentro de los límites de lo políticamente correcto, es decir, de servilismo al poder omnímodo de Zapatero. Políticamente correcto es, en efecto, mantener que lastensiones financieras más fuertes que se han vivido en Europa, en general, y en nuestro país, en particular, "respondieron en buena medida a una sobrerreacción de los mercados que no supieron apreciar los puntos fuertes de nuestra economía y de nuestras finanzas públicas".
Por fortuna, Fernández Ordóñez recupera la razón al decir que, a pesar de todo, sería un error grave atribuir únicamente al comportamiento gregario (sic) de los mercados financieros los episodios de extraordinaria tensión que se han vivido en nuestro país. De hecho, reconoce el compareciente, estas terribles tensiones financieras se vieron potenciadas por las debilidades del entramado institucional europeo y por las dudas que existían acerca de la voluntad y la capacidad de los gobiernos nacionales para afrontar los problemas estructurales y de déficit público de sus economías. Dudas, dicho sea de paso, que en el caso español cada vez son más graves que en el resto de Europa, porque los dos grandes partidos son incapaces de acordar cuestiones fundamentales que ya han sido resueltas y consensuadas en el resto de Europa, por ejemplo, el futuro sistema de pensiones y la edad de jubilación.
En pocas palabras, Fernández Ordóñez, al fin, parece reconocer las responsabilidades del Gobierno de Zapatero en la crisis que sufrimos y, sobre todo, se atreve a plantear una seria observación a los presupuestos que se preparan para el 2011. Aunque sólo fuera por eso, creo que esta comparecencia tiene que ser citada y comentada. Cómo estará la cosa de fea que Fernández Ordóñez, viejo militante socialista, por primera vez desde que fue nombrado en el cargo de gobernador, ha hecho una objeción relevante al Gobierno, a saber, la ley de Presupuestos que se prepara corre serios riesgos de resultar un fiasco.
La predicción de Fernández Ordóñez esta avalada por varios argumentos, entre los que sobresalen, en primer lugar, que el crecimiento previsto por el Gobierno del 1,3% no pasará del 0,6%; y, en segundo lugar, que es necesario limitar de algún modo, bien sea por ley o por otro tipo de control gubernamental, el gasto de los ayuntamientos y las comunidades autónomas para que se cumplan los presupuestos. Según el informe del gobernador, es más que necesario tener preparado un plan B que pueda ayudar a salvarnos del fracaso absoluto. Eso es, sin embargo, lo que no quiere reconocer el Gobierno, que rechazó el sábado pasado por boca de su vicepresidenta económica cualquier posibilidad de un plan alternativo ante las previsiones de fracaso.
Así las cosas, si el Gobierno no presta atención a estas objeciones del gobernador del Banco de España por un lado, y si Rajoy persiste en una defensa numantina del actual sistema de pensiones por otro lado, podemos encontrarnos más pronto que tarde al borde del abismo económico. Y, por supuesto, político.