Un aspecto de la regeneración democrática imprescindible pasa por acabar de una vez con estos matonismos privilegiados.
Pío Moa
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escade1 dijo el día 30 de Septiembre de 2010 a las 23:23:
Los sindicatos son organizaciones anacrónicas en la actualidad, pero muy útiles en la política de la izquierda de sometimiento de los discrepantes.
Los partidos de izquierda no van, nunca, a hacer nada contra ellos, -que sería hacerlo a favor de los trabajadores y de toda la sociedad- porque son una extensión del gobierno fuera del charlamento, incrustada en las medianas y grandes empresas, donde pueden presionar violentamente, mediante la coacción, a la patronal y a la burguesía, que son quienes crean empleo.
Los partidos de la derecha tampoco van a hacer nada contra ellos porque no se atreven, porque les tienen miedo a ellos y a sus medios de información, expertos en manipular a la opinión pública, y porque los empresarios tampoco se deciden a ponerse de parte de la legalidad y de la decencia a secas.
Todos, por una u otra razón o razones, son cómplices de que estas organizaciones parásitas de la economía y del progreso sigan gozando de unos derechos, económicos y políticos, fuera de toda lógica.
En otros países de nuestro entorno los líderes sindicales son profesionales con experiencia en el terreno laboral, han sido directivos asalariados en empresas y saben cuáles son los límites en las negociaciones laborales. Cuando negocian con las empresas o las patronales se hace en un clima profesional, y no sectario como aquí, donde además, cuentan con la anuencia del gobierno, que debiera ser neutral. Me consta que en las negociaciones patronal-sindicatos-gobierno actuales, es un miembro de UGT el que da los turnos de palabra. Como lo leen.
Hasta que no se limpie nuestra neciocracia de estas organizaciones mafiosas -entre otras- será imposible conducir las relaciones laborales en términos de sensatez y realidad.
Los sindicatos son organizaciones anacrónicas en la actualidad, pero muy útiles en la política de la izquierda de sometimiento de los discrepantes.
Los partidos de izquierda no van, nunca, a hacer nada contra ellos, -que sería hacerlo a favor de los trabajadores y de toda la sociedad- porque son una extensión del gobierno fuera del charlamento, incrustada en las medianas y grandes empresas, donde pueden presionar violentamente, mediante la coacción, a la patronal y a la burguesía, que son quienes crean empleo.
Los partidos de la derecha tampoco van a hacer nada contra ellos porque no se atreven, porque les tienen miedo a ellos y a sus medios de información, expertos en manipular a la opinión pública, y porque los empresarios tampoco se deciden a ponerse de parte de la legalidad y de la decencia a secas.
Todos, por una u otra razón o razones, son cómplices de que estas organizaciones parásitas de la economía y del progreso sigan gozando de unos derechos, económicos y políticos, fuera de toda lógica.
En otros países de nuestro entorno los líderes sindicales son profesionales con experiencia en el terreno laboral, han sido directivos asalariados en empresas y saben cuáles son los límites en las negociaciones laborales. Cuando negocian con las empresas o las patronales se hace en un clima profesional, y no sectario como aquí, donde además, cuentan con la anuencia del gobierno, que debiera ser neutral. Me consta que en las negociaciones patronal-sindicatos-gobierno actuales, es un miembro de UGT el que da los turnos de palabra. Como lo leen.
Hasta que no se limpie nuestra neciocracia de estas organizaciones mafiosas -entre otras- será imposible conducir las relaciones laborales en términos de sensatez y realidad.