Los líderes sindicales de UGT y CCOO pretenden paralizar España y, sobre todo, Madrid, con una huelga general que, en esencia, ha sido convocada, no contra el Gobierno, sino contra el capital, el libre mercado y los empresarios. Ambas organizaciones beben, pues, de la ideología anticapitalista.
Este hecho carecería de importancia si, tal y como sucede con otros grupos de izquierdas, los sindicatos no gozaran en España de un enorme poder político para intervenir en el mercado de trabajo e impedir el establecimiento de contratos libres entre empleador y empleado. No obstante, los sindicatos son órganos administrativos que, escondidos bajo la etiqueta de "agentes sociales", desempeñan una labor reguladora y legislativa paralela, sino superior, a la que tiene atribuida el Ministerio de Trabajo. No ha de extrañar, por tanto, que su financiación provenga del erario público.
España ha consagrado por ley la permanencia de organizaciones marcadamente anticapitalistas en el seno del Estado, con plena capacidad para determinar las condiciones laborales de millones de trabajadores e imponer límites a la actividad empresarial. Una auténtica tropelía, ya que los gobiernos del PP y del PSOE han permitido la supervivencia de una estructura marcadamente fascista dentro del actual régimen democrático. Comparen ustedes mismos las semejanzas ideológicas que comparten sindicalistas y fascistas en torno al vil y malvado capital.
"Falange contra el capitalismo". Vídeo del discurso de José Luis Arrese en el acto de apertura del III Congreso Sindical. Arrese fue uno de los principales teóricos del Nacional Sindicalismo; fundó la Federación Española de Trabajadores; en 1933 se afilió al partido falangista; actuó bajo las órdenes de José Antonio Primo de Rivera, por cuyo encargo escribió La Revolución Social del Nacionalsindicalismo.
Discurso pronunciado por Adolf Hitler el 1 de mayo de 1927:
Nosotros somos socialistas, somos enemigos del sistema económico capitalista actual porque explota al que es débil desde el punto de vista económico, con sus salarios desiguales, con su evaluación indecente de un ser humano según tenga riqueza o no la tenga, en vez de evaluar la responsabilidad y la actuación de la persona, y estamos decididos a destruir este sistema capitalista en todos sus aspectos.
Muchos sindicalistas firmarían hoy el Estado de Bienestar hitleriano. Y para terminar algunas citas antológicas de Benito Mussolini: "El laissez faire está caducado"; "El fascismo rechaza frontalmente las doctrinas del liberalismo, tanto en el campo político como económico".
Discurso en el Consejo Nacional de las Corporaciones (1930):
El Consejo Nacional de las Corporaciones es en la economía italiana lo que el Estado Mayor en el Ejército: el cerebro pensante que prepara y coordina [...] En las corporaciones, el sindicalismo fascista encuentra su meta. El sindicalismo, de cualquier índole, tiene un proceso que podría llamarse común, salvo en los métodos; se comienza por la educación del individuo a la vida asociativa; se continúa con la estipulación de los contratos colectivos, se efectúa la solidaridad de asistencia mutual, se perfecciona la habilidad profesional.
Pero mientras el sindicalismo socialista, por el camino de la lucha de clases desemboca en la política con su programa de supresión de la propiedad privada y de la iniciativa individual, el sindicalismo fascista, a través de la colaboración de las clases, desemboca en las corporaciones, que dan a la colaboración armonía y sistema, defendiendo la propiedad, pero elevándola a función social, respetando la iniciativa privada, pero en el ámbito de la vida y de la economía de la nación. El sindicalismo no puede ser un fin en sí: o se convierte en socialismo político o en corporaciones fascistas.
Que cada cual saque sus conclusiones...