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José García Domínguez

Un país de funcionarios

Esa encuesta constituye el vivo reflejo de un modelo educativo no sólo ajeno, sino abiertamente opuesto al paradigma económico y cultural que rige en las sociedades occidentales.

Según recentísimo sondeo, el rebaño que ansiaría pastar en el Presupuesto de por vida ya agrupa al 75 por ciento del censo. Así, la suprema aspiración de tres de cada cuatro españoles, su particular nirvana, consistiría en amontonar expedientes, trienios y tedio a la sombra de un negociado estatal cualquiera. Y, si bien se mira, lo único en verdad extraño es que aún quede alguien por ahí que pretenda cosa distinta. A fin de cuentas, algo debe estar fallando en el desarrollo práctico de la LOGSE cuando, veinte años después de su puesta en marcha, todavía un cuatro por ciento de los jóvenes desea ganar dinero y prosperar arriesgándose a crear empresas con el auxilio de su personal ambición.

Porque hay una coherencia absoluta entre los valores de lo que han dado en llamar "la comunidad educativa", rigurosa antítesis moral del mundo que rige extramuros de colegios e institutos, cofradía siempre presta a anular el afán de superación en la cama de Procusto que responde por pedagogía progresista, y la endémica aversión al riesgo que revela la demoscopia. He ahí, pues, el fruto más destilado de su afán nivelador; la inopinada consecuencia última de la paidocracia que la inspira, arquetipo perfecto de un mundo sin precios y sin responsabilidad individual; negación definitiva, radical, de los principios del sistema de mercado. Y es que, desoladora, esa encuesta constituye el vivo reflejo de un modelo educativo no sólo ajeno, sino abiertamente opuesto al paradigma económico y cultural que rige en las sociedades occidentales.

Todos, sin jerarquía ni distinción, soñándose funcionarios. ¿Cómo no reconocer ahí el triunfo definitivo de esos ingenieros de almas –muertas–, los pedagogos, funesta tropa que no se percibe servidora de las necesidades de la comunidad sino que, muy al contrario, propugna que sea ella, la sociedad, quien se someta a su patológico desvarío igualitario? Y pensar, ingenuo de mí, que aún me escandalicé al comprobar que eran fotogramas de El Padrino los que ilustraban el más común de los manuales de Economía usados en el bachillerato. Don Vito Corleone, revolver en ristre, icono docente del capitalismo liberal. Insisto, lo raro, inaudito mejor, es que subsista ese cuatro por ciento. En fin, ya lo advirtió el clásico: hay gente pa to.

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