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Jorge Valín

Cinco puntos contra el estado del bienestar

Los que por creencia o por necesidad se acogen a la mendicidad del Estado se convierten inexorablemente en marionetas del sistema. Sólo la economía privada crea la independencia del ciudadano.

1. El capitalismo es la ley de la jungla: Son los medios políticos, y no el libre mercado, quienes han creado un impuesto privado como el de la SGAE. Los que han creado bancos centrales que monopolizan el dinero o un sistema bancario hiperdesarrollado. Ha sido la política quien ha instaurado monopolios de iure, regalando dinero a grandes corporaciones, como las del lobby verde. El estado del bienestar es la ley de la jungla donde abiertamente una parte de la sociedad, bajo lemas sociales y políticamente correctos, vive a expensas de la clase productiva. Un pequeño grupo de parásitos vive del resto de la sociedad.

2. Lobbies: En un sistema de libertad total (laissez faire) los lobbies también existirían, no son más que parte de la diversidad social y económica. Pero sólo bajo el estado del bienestar estos lobbies se convierten en gobernantes de facto. Todos los políticos occidentales son instrumentos de estos lobbies ya sean financieros, de la farándula o ecologista. El estado del bienestar, lejos de ser una democracia, es un estado oligopólico. ¿Qué diferencia hay entre la política exterior de Obama y Bush? Ninguna. La "Guerra contra el Terror" de Bush sigue marcando la agenda de Estados Unidos.

3. Igualitarismo: Este punto es uno de las grandes contradicciones del sistema. Por una parte los políticos nos hablan de la grandeza de la diversidad y, por otro, la atacan contundentemente. La justicia se dedica a cerrar medios de comunicación, impone censores como el CAC que fiscalizan los medios no afines al Gobierno, prohíbe estilos de vida y veta conductas individuales por razones de salud o criminalidad inventadas. Hace un siglo fueron las drogas, ahora el tabaco, le seguirá el alcohol, comida rápida y en no mucho tiempo necesitaremos permisos administrativos hasta para irnos a la cama con quien queramos.

El estado del bienestar impulsa con dinero público estilos de vida afines, como el colegio público y su educación para la ciudadanía, subvenciona los medios de comunicación masivos para que sean complacientes con los desvaríos gubernamentales y así alcanzar el llamado "pensamiento único".

4. Escasez: El estado del bienestar provoca escasez. En el momento en que el Estado marca precios máximos u ofrece bienes gratis, automáticamente ese bien o servicio, en algún momento, escaseará. En un sistema de libre competencia, el regulador de la oferta es el precio. El mercado decide a qué precio se ha de vender un bien y en qué cantidad. Los bienes y servicios más regulados, son los que más escasean o dificultades tienen: en épocas secas, el agua; la electricidad, con apagones; servicios sobrerregulados, como el trabajo o la sanidad, son los que peor comportamiento tienen en la actualidad.

Curiosamente, esta escasez que crea la regulación provoca que sólo una minoría plutocrática o del gobierno consigan los mejores bienes y servicios (siempre tienen la mejor educación para sus hijos, medicina, les sobre el trabajo, coches, etc.). El estado del bienestar incentiva aquello contra lo que pretende luchar.

5. El estado del bienestar crea dependencia: ¿Se ha preguntado por qué los grandes bancos no se acogen al FROB? Para no depender del Estado y que no deberle favores. En el momento en que el Gobierno se convierte en el gran mecenas de la gente y empresas, quedan expuestos a sus arbitrariedades. Piense en la jubilación. Se ha convertido en un monopolio del Gobierno. Usa las pensiones para ganar elecciones y, a diferencia de cómo se establecen los contratos en empresas privadas, cambia las cláusulas cuando le da la gana. Los que por creencia o por necesidad (necesidad que el mismo estado del bienestar ha creado) se acogen a la mendicidad del Estado se convierten inexorablemente en marionetas del sistema. Sólo la economía privada crea la independencia del ciudadano.

Todos los males que se atribuyen hoy día al capitalismo provienen del estado del bienestar. El gran malentendido tal vez proviene del término. Capitalismo no es el sistema actual. Lo que hoy gobierna nuestras vidas es el capitalismo de estado o economía del fascismo. Es la guerra de todos contra todos. Cada lobby y ciudadano intenta imponer su estilo de vida, ya sea conservador, socialista, militarista, católico, musulmán, pro-aborto, antiaborto, etc. apelando al Gobierno y a las leyes. Nuestra época será conocida como la de las prohibiciones e intransigencia. El hombre medio de hoy día partidario del socialismo y estado del bienestar no es menos retrógrado que el inquisidor medieval que perseguía herejes. No deja de hacer lo mismo, pero con el consentimiento del Estado en lugar de la Iglesia.

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