Doy un largo paseo por El Retiro con mi amigo Jorge Revilla, todo un sabio en finanzas con un MBA de la Universidad de Columbia, quien aprovecha para explicarme cómo se forran los compradores de deuda pública española, es decir, los bancos. Al principio de la conversación creo que está dando rienda suelta a su imaginación, pero cuando cita la colaboración del Gobierno en tal operación, entonces le presto toda mi atención. La tesis de mi amigo es bien sencilla de formular: la prima de riesgo de nuestra deuda es pagada por los "primos" españoles. Sí, sí, del bolsillo de los españolitos de a pie sale el principal monto de dinero que hace engordar los pingües beneficios de los bancos españoles, cuando compran deuda pública.
Mi amigo trata de explicarme su tesis con una pregunta socrática: ¿Te has preguntado por qué la prima de riesgo de la deuda pública española sube justo antes de cada subasta y después, una vez colocada la deuda, vuelve a bajar? Estecurioso comportamiento, como te puedes imaginar, no es fruto de la casualidad sino de una operación que en la jerga bancaria se conoce como "hacer hueco" y que, para entendernos, consiste lisa y llanamente en hacer que el precio de la deuda caiga justo antes de cada subasta para comprarla a un mejor precio.
Además de tener presente que el precio de los bonos se mueve en un sentido inverso al de la prima de riesgo, es decir, cuando la prima de riesgo, en lenguaje vulgar interés, aumenta, el precio de los bonos cae; hay tres pasos fundamentales para entender esa operación casi, casi, "fraudulenta": 1. Unos días antes de la subasta se venderá la deuda en cantidad suficiente como para que los precios caigan (la prima de riesgo aumenta), para ello se usarán dos armas fundamentales: las ventas al descubierto y los CDS (los famosos seguros de crédito frente a impago). 2. Después se acudirá a la subasta comprando la deuda más barata de lo que la se habría comprado "sin hacer hueco". 3. En cuanto finalice la subasta la deuda volverá a su precio normal (con un poquito de ayuda por parte de todos), entonces podremos venderla ganando la diferencia entre el precio al que compramos la deuda y el precio de la venta.
Veamos ahora el punto primero "a cámara lenta". Se trata de vender la deuda para que el precio caiga, pero como somos "unos buenos inversores" aprovecharemos la oportunidad para ganar un dinerillo extra mientras el precio de la deuda cae. ¿Cómo hacerlo? Pues nada más sencillo que usando las llamadas operaciones a corto, es decir vender algo que no se tiene para comprarlo después. Imagínate, me insiste mi amigo en su clase magistral por el parque de El Retiro, que algo vale hoy 1.000, pero gracias a nuestro talento inversor, estamos convencidos de que va a valer 950 en unos días, ¿qué haremos?, muy simple: lo vendo hoy a 1.000 y dentro de unos días lo compro a 950 (sí has oído bien, vendemos primero y compramos después); resultado: 50 a nuestro favor. Si además tenemos el tamaño adecuado (sólo nosotros o con nuestros amigos) para venderlo en cantidad suficiente como para que el precio caiga, elimino el riesgo inherente a este tipo de operaciones (que el precio en vez de bajar suba).
Me quedo estupefacto y le pregunto: ¿Pero cómo es posible vender algo que no se tiene? Pues sí, amigo, en el mundo financiero esto es posible y, además, según mi maestro de economía y finanzas, es una de las formas más simples de ganar dinero cuando caen los precios. Para complicar un poco más el plan y a modo de anzuelo, sigue Revilla su explicación, compraremos seguros de protección contra el impago de la deuda (los famosos CDS). Como cualquier seguro, su precio aumenta conforme lo hace el riesgo asegurado, es decir, que al subir la prima de riesgo, y por tanto caer el precio de la deuda (por culpa entre otras cosas de nuestras ventas a corto), el precio de los CDS sube. Así podemos ganar otro dinerillo (vendiendo protección contra el impago) o neutralizar el riesgo de que aumente la prima de riesgo de la deuda que tenemos en nuestra cartera. Los Credit Default Swaps tienen además otras ventajas: no dejan rastro ya que al ser operaciones OTC (no existe un mercado organizado) podemos comprarlos con total opacidad, sin que se sepa que somos nosotros (y nuestros amigos) los compradores. Otra ventaja de los CDS es que amplifican el efecto de nuestras ventas a corto haciendo que la entidad que nos ha vendido el CDS tenga que vender más deuda española para contrarrestar el mayor riesgo a que queda expuesta cuando la prima de riesgo aumenta.
Una vez hechos estos preparativos ya está hecho "el hueco". Estamos listos para dar el golpe: acudiremos a la subasta y con cara de póker nos haremos con un buen paquete al "precio de mercado" convenientemente rebajado a 950 para seguir con nuestro ejemplo. Nada más terminar la subasta cerraremos las posiciones a corto que teníamos abiertas y ganaremos la diferencia entre el precio al que vendimos (1.000) y precio inferior de compra (950). Al comprar la deuda (de nuevo con la ayuda de mis amigos para hacerlo en gran cantidad) el precio vuelve a 1.000 y podremos deshacernos de la deuda que hace apenas unas horas habíamos comprado a 950. Si no nos queda más remedio que quedarnos con la deuda durante una temporadita, nos dará una rentabilidad más alta de la que hubiéramos conseguido sin "hacer hueco".
Desde luego, el asunto de la prima de riesgo o tipo de interés da para más de un libro, pero, como mis entendederas financieras no son muy grandes, le pido a mi sabio amigo un ejemplo práctico para comprender de golpe, valga la metáfora, "El Golpe" de los bancos, casi todos españoles, a la hora de comprar deuda pública. Al instante me ofrece uno reciente. Según mi amigo, nada más sencillo para que un lego se introduzca en el asunto que analizar lo sucedido en la subasta del 17 de junio del año en curso. En esa subasta los bonos a 10 años se colocaron a un tipo medio del 4,864 %. Este mismo día, y tras el éxito de la subasta, la rentabilidad cayó al 4,774 %. Esas nueve centésimas de nada se traducen en 20 millones de euros que, obviamente, podría haberse embolsado en unas pocas horas alguien que hubiera comprado los 3.000 millones de bonos que vendió el Tesoro. El día 21 esos mismos bonos cotizaban a 4,46 %, eso significa que en tan sólo cuatro días esa inversión se habría revalorizado en unos 90 millones de euros. La evolución de la prima de riesgo durante estos días explica esas ganancias; he aquí la secuencia de esa evolución: el día 10 de junio la prima de riesgo era de 191 puntos básicos; el 17 de junio, justo antes de la subasta, de 230 puntos (su nivel máximo desde la entrada en el euro); y el mismo día 17 de junio, después de la subasta, era de 233 puntos; y, naturalmente, el día 21 de junio bajó hasta 170 puntos básicos.
Atención, concluye mi amigo, a la próxima fecha en la que los compradores de deuda pública española pueden dar otro golpe. Presten atención a la subasta de los bonos del Tesoro a 10 años del próximo 15 de julio. Si pasa algo parecido a la subasta del 17 de junio, tendremos que pensar que la crisis está siendo, en verdad, una gran ocasión para que los bancos con la colaboración del Gobierno sigan aumentando sus beneficios.
Me despido de mi amigo no sin que antes me ponga deberes para un próximo encuentro. Para repasar la lección y fijar conceptos, dice el bueno de Jorge Revilla, es menester que pienses y repienses estas preguntitas: ¿Quién compra la deuda española en el mercado primario ante las reticencias de los inversores extranjeros? ¿Quién puede apuntarse 90 millones de euros directamente en su cuenta de pérdidas y ganancias? ¿A los contribuyentes de qué país les hubiera venido bien vender su deuda 90 millones más cara? ¿Qué vicepresidente del Gobierno criticó a Alemania por prohibir unilateralmente las operaciones a corto al descubierto sin coordinarse con el resto de los países de la UE y, además, descartó la prohibición en España de las posiciones al descubierto sobre nuestra deuda?
En fin, concluye mi amigo, piensa los motivos que llevan a Botín a afirmar que Zapatero es un buen presidente de Gobierno.