Juguemos un rato a ser grandes hombres de Estado. Imaginémonos que somos peces gordos de la política y que los votantes nos han elegido para que les dirijamos y les cobremos un montón de dinero por ello.
Tenemos una crisis como pocas encima y hemos de solucionarla. Como nos acaban de poner en el cargo y no tenemos ni idea de qué hacer, recurrimos a cosas cotidianas que conocemos. Somos padres de familia que debemos al banco mucho dinero (igual que España). Como tenemos un perfil de riesgo alto, nos piden más garantías para nuevos créditos (igual que le ocurre a la deuda española). Además, padre y madre están en paro. El niño no está en edad laboral. La única que trabaja es la niña. Es el único foco por donde entra el dinero a la familia (la gama entera de la clase media).
Uno de los progenitores gestiona con mano de hierro la economía doméstica. Los créditos que pide son para tapar deudas anteriores (igualito que el Gobierno de España). Esto no añade producción, sino que lo empeora todo. Nuestro hijo (que no puede trabajar por tener menos de 16 años), no para de quejarse de su bajo nivel de vida. No se puede dedicar holgadamente a sus aficiones, como hacer teatro y tocar la guitarra en el parque. Para no oír cada día las quejas del nene, el gestor de la familia obliga a la hija (la única que trabaja) a que le dé una "pensión mínima" a su hermano para que haga el holgazán todo el día (como hacen los lobbies rentistas del Estado, tales como actores, amigos de políticos, ecologistas, etc.). Uno de los padres, que está en paro, reclama más dinero para mantener su nivel de vida y una vez tras otra rechaza trabajos por "no ser dignos". El otro progenitor, el que dirige la economía familiar, obliga a la hija a que le pague las entradas del fútbol, las cervezas, los viajes que se pega los fines de semana, las salidas que monta... incluso le pide más dinero para invitar a sus amigos cuando se va a cenar fuera (como hace España con el dinero que regala a Venezuela, Cuba, dictadores africanos, Alianza de Civilizaciones, etc.).
A esta situación, algunos le llaman Estado del Bienestar (familiar, en este caso). Los economistas le llamamos estado de ruina inminente. ¿Cómo cree que se siente la hija? La crisis se refuerza y el responsable de la gestión doméstica obliga a su descendiente a dar más dinero a la familia en concepto de "solidaridad", quedándose ella sin nada para sus quehaceres diarios (situación en la que está ahora la clase media). Incluso el gestor se inventa una serie de normas con multas asociadas. Si llegas tarde a casa, te multo por romper la estructura de la familia y barbaridades así (las multas están tomando una parte destacable en la financiación de las administraciones locales).
Esta chica va odiar a su familia. A la mínima que pueda, o le pongan más restricciones, abandona a los tiranos con los que malvive.
Esta es la situación que se produce ahora en España. De forma institucional, el Gobierno y las administraciones locales han empezado una campaña de acoso y derribo contra los ricos. También afectará a las clases medias e incluso a las bajas con subidas de IVA, IRPF, carburantes, etc. Los ricos van a hacer lo mismo que la hija maltratada de la historia. Se irán, o al menos lo hará su dinero. La clase media que no se puedan ir, pasará a clase pobre.
Una crisis económica –ya sea familiar, empresarial o de una nación– no se arregla matando a la gallina de los huevos de oro, ni creando chivos expiatorios, ni asumiendo el rol de dictador de la producción. Se arregla dando libertad a los que trabajan para que produzcan más, suprimiendo de forma drástica el Estado y diciendo claramente a los parásitos y vividores que el rentismo estatal sólo lleva a la ruina de todos. No es difícil de entender. Hemos de crear producción y capital. Un distribuidor de rentas que sólo sabe malgastar no puede producir la riqueza que necesita el país. Esa es la responsabilidad del ciudadano –del mercado– trabajando. Y el trabajo sólo se desarrolla sin tributos para el señor feudal.
Los socialistas y resto de vagos institucionales odian que alguien destaque, ofrezca en el mercado aquello que la gente quiere y, muy especialmente, que todos se relacionen voluntariamente. Por eso a los socialistas les encantan los impuestos. Es una medida de fuerza y coacción para saquear legalmente a la gente productiva. Con medidas tan absurdas como poner multas por todo, crear barreras al trabajo, al comercio, subir impuestos a ricos, a los no tan ricos y a todos en definitiva, este país está condenado a su fracaso. Un ciudadano descapitalizado es un país en ruina. Si no es de la SGAE, político, miembro de un lobby o actor, vaya pensando en emigrar. Aquí no le espera ningún futuro.