Belloch funge de verso suelto pero está haciendo socialismo en estado puro: por un lado sabe que para ganar las elecciones ha de gastar. Si estuviera en su mano, repartiría trigo. Y nada le aterra más que perder las elecciones.
Humberto Vadillo
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paserifo dijo el día 28 de Mayo de 2010 a las 07:28:
Zaragoza siempre ha sido una ciudad "bien mandada". Será por aquello de haber sido fundada para honrar a César Augusto, primer emperador romano, pero aquí, los que mandan siempre han estado del lado del poder. Siempre a favor del déspota. Siempre. El pueblo, no tanto. Aunque, como todos los pueblos, más bien tontorrón. Como en el "Poema de Mío Cid": «Qué buen vasallo si oviesse buen señor».
Y en esa tendencia de dejarse llevar por la corriente, las mayores iniquidades y las peores corruptelas han tenido lugar. En tiempos modernos, el cuarto poder es el más corrupto de todos, pues es el único (quizá por edad) al que todavía se le suponía algo de bondad. Vamos, que los periodistas de Aragón dan asco. Son peores que los jemeres rojos. Más polpotistas que Pol Pot. Y no cometeré (otra vez) el error de contar a los opinólogos entre los periodistas. No. Al César lo que es del César. Los periodistas de verdad tienen dos culpas grandes: dejar que unos truhanes inmundos se hagan pasar por miembros de su gremio y ser cobardes con los poderosos.
¿Tenemos lo que nos merecemos? ¿Qué es merecer?
Damas y caballeros, pasen y vean: Zaragoza, donde la palabra corrupción adquiere nuevos matices. No es mayor que en el sur de España, pero sí más risible e impune.
Zaragoza siempre ha sido una ciudad "bien mandada". Será por aquello de haber sido fundada para honrar a César Augusto, primer emperador romano, pero aquí, los que mandan siempre han estado del lado del poder. Siempre a favor del déspota. Siempre. El pueblo, no tanto. Aunque, como todos los pueblos, más bien tontorrón. Como en el "Poema de Mío Cid": «Qué buen vasallo si oviesse buen señor».
Y en esa tendencia de dejarse llevar por la corriente, las mayores iniquidades y las peores corruptelas han tenido lugar. En tiempos modernos, el cuarto poder es el más corrupto de todos, pues es el único (quizá por edad) al que todavía se le suponía algo de bondad. Vamos, que los periodistas de Aragón dan asco. Son peores que los jemeres rojos. Más polpotistas que Pol Pot. Y no cometeré (otra vez) el error de contar a los opinólogos entre los periodistas. No. Al César lo que es del César. Los periodistas de verdad tienen dos culpas grandes: dejar que unos truhanes inmundos se hagan pasar por miembros de su gremio y ser cobardes con los poderosos.
¿Tenemos lo que nos merecemos? ¿Qué es merecer?
Damas y caballeros, pasen y vean: Zaragoza, donde la palabra corrupción adquiere nuevos matices. No es mayor que en el sur de España, pero sí más risible e impune.