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Agapito Maestre

Sin suelo y sin consuelo

Rajoy es un funcionario sosegado de la cosa pública y Zapatero un killer de la política. Zapatero no está muerto, como creen algunos listos. Ha vuelto a ganar la partida.

 La oposición a Zapatero es suave, cariñosa e indolente. Millones de votantes de ese partido se sienten defraudados, pero, en mi opinión, volverán a votar a este partido, porque la cosa de los socialistas es asfixiante. Chusca y tercermundista. Insoportable. Por lo tanto, es tan plausible que pudiera ganar Rajoy como que Zapatero venderá cara su piel. Aquí hay mucho partido por jugar. De entrada, la gente del PP tendrá que reelaborar una nueva propuesta para salir de la crisis económica, porque Zapatero los ha dejado aturdidos. El suelo del PP se mueve, e incluso corre el riesgo de desaparecer. La semana pasada, en el Congreso de los Diputados, resultaba patético ver a Rajoy oponerse a Zapatero casi de modo populista. No se veía con claridad lo que tendría que haber sido su propuesta mayor: la reducción del déficit. 

El PSOE, sí, está decidido a llevar a cabo las políticas que sólo estaban en la imaginación de Rajoy, porque, en la realidad, sólo se limitaba a esperar el error del otro. Zapatero, por el contrario, ha tomado constantemente decisiones sin temor a quemarse. He ahí la verdadera diferencia entre uno y otro. Repitamos, pues, lo obvio para que nadie se engañe. Rajoy es un funcionario sosegado de la cosa pública y Zapatero un killer de la política. Zapatero no está muerto, como creen algunos listos. Ha vuelto a ganar la partida. ¿O acaso ganar tiempo en el poder no es un triunfo para alguien que sólo tiene por oficio estigmatizar a quien trata de disputarle el Gobierno? Puede que pierda, insisto, las próximas generales, porque su desgaste es grande; pero él lleva la iniciativa.

En fin, el personal ya conoce el producto que venderán los socialistas en los próximos meses: Sangre, dolor, sudor y lágrimas. ¿Y Rajoy qué venderá? Lo desconozco. Pero si los dirigentes del PP quieren alguna idea para salir de su indolencia, satisfagan algunas de las propuestas de la Plataforma Democracia y Libertad, un grupo de militantes del PP que no comparten la línea oficial. Bastaría con que Rajoy se tomara en serio las dos grandes sugerencias de estos peperos para insuflar un poco de vida a este partido, o sea, en vez de pagar los pensionistas y los funcionarios la crisis, que la paguen los partidos políticos y los sindicatos.

Una persona, dice esta plataforma, un cargo. No a la acumulación de cargos. Que tanto los cargos orgánicos como institucionales reciban al fin y al cabo una única retribución, y no varias como está ocurriendo desde hace demasiado tiempo. Además, el PP debería dar un buen ejemplo a todos los partidos políticos, o sea, eliminar a todos los asesores y cargos de confianza. Y, por otro lado, qué decir de los más de 200.000 liberados sindicales, entre instituciones oficiales y empresas de carácter privado que hay en España, que al fin a la postre son pagados con nuestros impuestos a través de los más de 193 millones de euros de ayudas públicas que recibieron UGT y CCOO, en 2009, de los fondos del Estado.

O el PP se toma en serio este tipo de medidas o tendremos que decir que va a rebufo del PSOE. Zapatero otra vez vuelve a llevar la iniciativa. Esa es la única realidad. Puede que pierda las próximas elecciones, pero el control político de España lo sigue teniendo Zapatero. Incluso cuando parece que se está hundido, sigue ganando. Zapatero sólo tenía dos salidas: o anticipar las elecciones generales o tomar medidas drásticas contra la crisis. Ha optado –u obligado– por la segunda. Se queda solo ante el peligro. No importa. Él está, sí, en soledad, pero el PP se ha quedado sin suelo. A éstos ni siquiera les queda el consuelo de quejarse, porque el PSOE hubiera copiado las medidas que ellos "ya habían anunciado". Jamás lo hicieron con la precisión que lo ha hecho Zapatero, a pesar de que Montoro trata de decirnos lo contrario. Pero, si alguien no me cree, repase las palabras de Rajoy en el Congreso y observarán que se opuso, casi con ardor populista, a las medidas que anunciaba Zapatero.

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