Soraya Rodríguez, secretaria de Estado de Cooperación Internacional de España, y Eva Joly, presidenta de la Comisión de Cooperación del Parlamento Europeo, publicaron en El País un artículo titulado: Impuestos contra la pobreza. Esto resulta extraño porque uno diría que los impuestos más bien atacan la riqueza, pero las firmantes en cuestión pretendían aplaudir la llamada "ayuda" al desarrollo, un campo donde la coherencia y la claridad no suelen abundar.
Por ejemplo, están doña Soraya y doña Eva encantadas porque según las encuestas los europeos mayoritariamente defienden mantener o aumentar las famosas ayudas. Ni una línea dedican a que las mismas encuestas dicen que los europeos no quieren pagar más impuestos. Lo que les interesa es subrayar que Europa está "en vanguardia de la lucha contra la pobreza", como si la pobreza fuera superada gracias a las ayudas, lo que jamás sucede.
En cuanto a los impuestos, aseguran que en Europa son excelentes porque "reducen las desigualdades más que en ninguna otra región del mundo", lo que significa que son más elevados que en ninguna otra región del mundo, y las señoras Rodríguez y Joly quieren que lo sean aún más.
Todo lo malo se resolvería según ellas pagando más impuestos, cuya recaudación "se corresponde con la capacidad de los Estados para recabar una enorme cantidad de información, esencial a la hora de tomar decisiones políticas fundadas". Esta inquisición les parece bien, porque en realidad creen que no existe: "el sistema tributario viene a ser uno de los principales nexos de unión entre el Estado y la ciudadanía". Es un nexo de unión: no les parece destacable el hecho de que si una ciudadana decide libremente no anexarse, el Estado la mete en prisión, mientras que ella no puede hacer lo propio con el Estado.
Afirman que los impuestos son para "financiar los bienes y servicios públicos, imprescindibles para consolidar la legitimidad del Estado". Que la libertad de los ciudadanos deba ser algo imprescindible, consolidable y legítimo es algo que dejan para otra ocasión.