Zapatero se cree que a él no le va a pillar el toro y que va a salir de rositas, sin más, del lío financiero-presupuestario en que ha metido a nuestro país. Los mercados, sin embargo, no piensan lo mismo y ya le están lanzando serios avisos. Habrá quien quiera interpretar los desplomes que está sufriendo esta semana la Bolsa como una consecuencia del escándalo de Goldman Sachs, unido a los planes del Gobierno para retirar las primas a las renovables. Sin duda, en lo que sucede con el mercado de valores patrio, estos elementos tienen mucho que ver, dado el enorme peso en el parqué español tanto de la banca como de las empresas relacionadas directa o indirectamente con el sector energético. Cuando se quiere buscar chivos expiatorios, siempre es fácil encontrarlos. Lo malo es que, por lo general, los cabezas de turco no son culpables reales sino, en el mejor de los casos, circunstanciales. Vamos, que lo que está pasando va mucho más allá y consiste, básicamente, en que los mercados están perdiendo la confianza en España y empiezan a manifestarlo claramente.
La evolución de la Bolsa, desde luego, dista mucho de ser positiva y sus caídas superan con creces a las del resto de mercados de la zona euro, cosa que no es de extrañar porque, en lo que va de año, es la que tiene el peor comportamiento de entre todas las del mundo desarrollado. No obstante, y como siempre hay quien diga que esto es cosa de Goldman Sachs y las renovables, hay un segundo dato que no deja lugar a dudas: este jueves, el diferencial de tipos de interés con Alemania del bono a diez años se ha disparado hasta casi un punto, cuando hace apenas una semana se encontraba en el medio punto, aproximadamente. Y aquí sí que Goldman Sachs, las renovables o el sursum corda no tienen nada que ver porque lo que mide ese diferencial es la capacidad del Estado español para afrontar sus compromisos de pago de deuda. Dicho de otra forma, es la medida de lo que piensan los mercados acerca de la solvencia de España que, como se ve claramente, entienden que se está deteriorando.
Los mercados llevan tiempo con la mosca detrás de la oreja en relación con nuestro país. Para tranquilizarlos, la vicepresidenta económica, Elena Salgado, y el secretario de Estado de Economía, José Manuel Campa, se fueron de gira a las principales plazas financieras prometiendo que el Gobierno haría todo lo que estuviera en su mano para enderezar la situación y comprometiéndose a que pronto habría un verdadero plan de ajuste. Sin embargo, lo que pasa con Zapatero es que una cosa son las palabras y otras los hechos y que a ZP le da igual ir por el mundo quemando ministros, secretarios de Estado y a todo aquel que sea preciso sin la menor consideración, con tal de seguir haciendo lo que quiere y pensando que con prometer algo basta para ganar el tiempo necesario para que las cosas se arreglen por sí solas, lo que no es el caso. Y, como era de temer, después de prometer, nada de lo dicho porque aquí ni hay reforma laboral, ni recorte del gasto público, ni reformas estructurales, ni nada que se le parezca, sino lo de siempre: mucho parloteo y cuatro medidas de nada, de las cuales tres no son más que marketing y la cuarta –véase la subida del IVA– totalmente contraproducente. Así es que los mercados empezaron a perder la paciencia y ahora estamos sufriendo la que estamos sufriendo.
Para complicar más las cosas, este mismo jueves la Comisión Europea ha examinado el presupuesto griego y ha descubierto que el déficit público es bastante mayor a lo que había declarado el Gobierno heleno y los mercados han reaccionado en consecuencia castigando al bono griego... y al español. Y eso, además, en la misma semana en que se ha conocido que el Gobierno estudia rebajar con efecto retroactivo las primas a las renovables, lo que han interpretado los mercados como que la situación presupuestaria de nuestro país es mucho peor de lo que está diciendo el Ejecutivo y, por tanto, están actuando en consecuencia. ¿Conspiración?, como seguramente dirá en algún momento ZP o alguien de su entorno. Para nada. Aquí lo que hay es la sospecha creciente de que España está al borde del colapso y los mercados, que no ven el menor brote verde en la economía española ni el menor atisbo de que Zapatero vaya a hacer algo para enderezar la situación. Por tanto, la caída de la Bolsa y el nuevo aumento del diferencial de tipos con Alemania, además de constituir la reacción normal en estos casos, es un serio aviso para ZP en el sentido de que los mercados ya están perdiendo la paciencia y, o hace algo, o aquí nos vamos a enterar de lo que vale un peine con el castigo que van a infringir a nuestra ya de por sí dolorida y maltrecha economía.