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Humberto Vadillo

A Belloch no le importa la deuda

Para la izquierda la deuda es, incluso, algo positivo. La deuda permite gastar hoy sin subir los impuestos, lo que posibilita crear clientelismo y mantenerse en el poder.

Para aquellos de mis lectores que no tengan la suerte de vivir en Zaragoza, debo recordar que Belloch es el actual alcalde. Para todos mis lectores, que éste no es un artículo sobre Zaragoza sino sobre una cierta, muy característica, posición económica de la izquierda. Lean ustedes hasta el final. Sisplau.

Algunos antecedentes. Zaragoza es la tercera ciudad española que registra un mayor endeudamiento, igualada con Barcelona. En estos momentos la deuda a largo plazo del Ayuntamiento es de 730 millones de euros. La situación es tan angustiosa que el Ayuntamiento se ve obligado a pedir créditos para pagar créditos. 80 de cada 100 euros gastados van a pagar gasto corriente. La semana pasada la portavoz del Partido Popular en el Ayuntamiento, Dolores Serrat, tuvo que solicitar un pleno extraordinario para intentar atajar la situación. La respuesta de los socialistas fue, tal suele, zafia y descorazonadora. A partes iguales. Carretadas.

¿Y la respuesta del alcalde Belloch?

La dio en su blog el 25 de marzo en una anotación breve que comenzaba con las inmortales palabras: "Para mí no es un problema especialmente importante la deuda del Ayuntamiento"

Ocurre que es exactamente así. Como resultado de la gestión de Belloch cada zaragozano debe, debemos, 1.300 euros, pero a Belloch no le preocupa. Y no le preocupa por la misma razón por la que no preocupa el gasto público a Zapatero y, en mitad de la mayor crisis económica de los últimos 50 años, sigue gastando alegremente nuestro dinero, antes en Grecia, hoy en Haití, mañana en "Planes E", siempre en sindicatos y clientelismo.

A Belloch, como a Zapatero, y en general a la izquierda, nunca les ha preocupado lo más mínimo la creación de riqueza sino su redistribución. Desde este punto de vista, la deuda es, incluso, algo positivo. La deuda permite gastar hoy sin subir los impuestos, lo que posibilita crear clientelismo y mantenerse en el poder. Al tiempo, la deuda resta vitalidad y capacidad de actuación al sector privado. La deuda pública es más segura que la privada y por tanto es la que preferen los inversores. Cada euro de deuda al servicio del gobierno es un euro que deja de estar disponible para las empresas y las familias. El aumento del coste del capital dificulta la creación de empresas, el lanzamiento de nuevos proyectos y, por tanto, la creación de riqueza y empleo.

Asi, de hecho, la deuda y la crisis pueden ayudar a la realización del programa último de la izquierda: un "Estado del Bienestar" omnipresente y bajo su bota amable una sociedad crecientemente igualitaria, es decir, crecientemente pobre. No es necesario recurrir a los ecolojetas-sandía para darse cuenta del desprecio que la izquierda ha sentido siempre por la riqueza ajena. La propia, la riqueza de los miembros de la clase concienciada no es sino magra compensación por una vida de permanente desvelo. No es chalina, es el dogal de la más horrible servidumbre. Pobre Belloch.

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