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Emilio Campmany

Otra vez la pérfida Albión

Muchos españoles creen que nada importa mientras Zapatero atienda a sus necesidades con subsidios, sin darse cuenta de que el saco de donde los saca está a punto de quedarse vacío. Es imposible que ZP haga lo que hay que hacer porque no cree en ello.

Hay que ver lo poco que dura la alegría en la casa del pobre. Hace unas horas, la ministra Salgado le enseñaba orgullosa a su señorito el editorial que había comprado para él al Financial Times y enseguida va y viene otro acorazado del mismo grupo editorial, el The Economist, y le mete un sartenazo de cuidado al pobre Zapatero, que no gana para disgustos. Parece mentira que los españoles no escarmentemos. Lo de la "pérfida Albión" no es broma, es una verdad como un templo. Los prusianos lo saben desde la Guerra de los Siete Años y nosotros deberíamos saberlo desde mucho antes, desde los tiempos de las guerras entre Francisco I y Carlos V, cuando Enrique VIII cambiaba de aliado con más facilidad que cambiaba de esposa. Debe ser que en Pearson tienen por costumbre que su mano derecha (The Economist) no sepa lo que toma su mano izquierda (Financial Times).

 

No sabemos cuánto nos habrá costado que el periódico económico haya recordado la obviedad de que España no es Grecia. Lo que es seguro es que no ha sido suficiente para callarle la boca a la influyente revista del mismo grupo. Su editorial dice lo mismo, que España no es Grecia, pero añade: "Colaboradores de Zapatero (...) afirman que España está siendo víctima no sólo de un ataque especulativo, sino también de una conspiración encabezada por la prensa anglo-sajona para destruir el euro. A estas tonterías sólo se puede responder una cosa: madura". Y dice más: Zapatero "se ha dedicado a repartir dinero público, subir las pensiones y los sueldos de los funcionarios mientras rehuía la reforma. Los mercados se han dado cuenta de que, si insiste en este camino, será la ruina. Van un paso por delante del Gobierno, que ha reaccionado con aturdida confusión, lanzando abruptamente un plan de austeridad y un vago proyecto de reforma del mercado laboral sólo para retirarlos al primer atisbo de protesta".

Bien. Con estos amigos ¿quién necesita enemigos? La verdad es que tanto el periódico como la revista no han hecho otra cosa que decir, con mayor o menor amabilidad según haya sido con o sin visita de Salgado y sus mercedes, lo que todos sabemos, que Zapatero está a punto de arruinarnos. Muchos españoles creen que eso no importa mientras Zapatero atienda a sus necesidades con subsidios, sin darse cuenta de que el saco de donde los saca está a punto de quedarse vacío. Y es que es imposible que Zapatero haga lo que hay que hacer porque no cree en ello. Sólo le importa subsidiar a quienes él cree que tienen que votarle. Eso y convencerles de que, si gobernara la derecha, los abandonaría a su suerte.

Con todo, lo que más le habrá gustado a nuestro presidente del artículo es lo que la revista británica le dice al final. Después de hablarle de la necesidad de alcanzar acuerdos con los sindicatos, la patronal y la oposición, le menta a Felipe González y su capacidad de estadista, y finalmente escribe: "Sólo tiene unos meses para demostrar que puede tomar las decisiones necesarias para evitar años de estancamiento. (...) Si él no se siente capaz de hacerlo, muchos en su propio partido, como el resto de los corrientes españoles, pueden empezar a preguntarse por qué es él quien ocupa el palacio de la Moncloa". ¿Con quién han hablado los deThe Economist? Seguro que es alguien de arriba.

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