Dado el poder de los sindicatos, conviene prestar atención a la forma de pensar de sus líderes. Así, Cándido Méndez aseguró: "Si los salarios fueran los culpables del aumento del desempleo, Alemania tendría récord por sus altos sueldos". Por su parte, Ignacio Fernández Toxo aportó este diagnóstico: "La elevada destrucción de empleo se debe al excesivo abuso de la temporalidad".
La vinculación entre salarios y paro es evidentemente más compleja de lo que piensa el señor Méndez. Unos salarios sumamente elevados son compatibles con un paro muy reducido. En condiciones de mercado, los salarios dependen de la productividad, y si ésta aumenta aquéllos harán lo propio sin contratiempos, como sucede en Alemania.
Pero yerra don Cándido al suponer que como en Alemania tienen sueldos altos y relativamente poco desempleo, entonces cualquier intervención política y legislativa en el llamado mercado de trabajo, y concretamente en los salarios, será neutral en términos de paro.
Sin entrar en complejidades teóricas sobre las diferencias de salario entre empresas y sectores económicos, y sus consecuencias, don Cándido admitirá que la imposición legal y generalizada de costes laborales, salariales y no salariales, puede quebrantar la relación entre salarios y productividad, en cuyo caso puede suceder que esa intervención en los costes laborales desemboque en un paro muy apreciable.
Lo del señor Fernández Toxo es fruto también de un razonamiento equivocado. Como la mayor parte del empleo destruido se ha concentrado en los trabajadores temporales, don Ignacio cae en la falacia post hoc ergo propter hoc y concluye que el paro ha sido causado por la temporalidad. Pero es absurdo suponer que si no hubiera temporalidad entonces, como lógicamente no podría haber abuso de la misma, no habría paro. Al contrario, la ineficiencia que impondría al mercado de trabajo la supresión de la temporalidad llevaría probablemente a un paro aún mayor.