Lluís Bassets evoca con admiración en El País a un representante típico del mercantilismo, Jean-Baptiste Colbert, y lo retrata como alguien que aporta ideas para "reparar el capitalismo y organizar la nueva gobernanza mundial". Bassets enlaza a este enemigo de la libertad con Sarkozy, que asegura que "para salvar el capitalismo hay que refundarlo y moralizarlo". Qué manía con esto de salvar el capitalismo. Por si acaso, jamás les preguntan a los ciudadanos si ellos concretamente aplauden cuando estos salvadores les quitan la libertad y el dinero.
Porque el ciudadano de a pie no entra en los cálculos no electorales ni de los próceres ni de los periodistas que tanto los admiran. El ciudadano normal es el que sufrió en el siglo XVII cuando tuvo que pagar las mercancías más caras por culpa del proteccionismo de Colbert, y es el que ahora va a pagar las valientes campañas de refundación y moralización de unos caraduras, y de quienes les aplauden.
Don Lluís, ¿qué es lo que está dañado y es menester reparar? Si el capitalismo quiere decir algo, quiere decir mercado libre, propiedad privada y contratos voluntarios. ¿Dónde está dañado? La crisis se produjo en la construcción, profundamente intervenida por el sector público, y en las finanzas, aún más intervenidas por las autoridades. Dígame, ¿dónde ve usted el capitalismo en los bancos centrales, que son públicos y monopólicos, dirigidos por unos señores seleccionados por los políticos?
Lo que está dañado no es el capitalismo, por tanto. Y todo el énfasis en salvar, reparar y moralizar, lo están protagonizando los mismos gobernantes que quebrantan la propiedad privada y los bienes y libertades de los ciudadanos. Esos gobernantes, que no saben ni pueden gobernar un país y quieren gobernar nada menos que el mundo, ellos sí que necesitan salvarse, no el capitalismo.