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José García Domínguez

Fazañas del Conde Duque de Rodiezmo

Si el gran Bastiat no hubiese muerto hace 160 años, uno juraría que formuló su célebre definición del Estado, "esa ficción a través de la cual todo el mundo intenta vivir a costa de todo el mundo", ante un retrato de Zetapé.

La ignorancia, siempre tan atrevida como su prima hermana, la juventud, puede empujar a un hombre de casi cincuenta años, esa edad en la que ya se es culpable de la propia cara, a pontificar ex cathedra solemnes gansadas al gozoso modo de cualquier adolescente imberbe, esto es, exento del menor sentido del ridículo. He ahí, sin ir más lejos, la última deposición dizque macroeconómica de Zapatero a cuenta del muy ineficiente y pensionado carbón patrio.

Y es que, en airada réplica al incisivo Moreno, el Conde Duque de Rodiezmo acaba de sentenciar, gallardo, altanero y más chulo que las farolas de Serrano: "El carbón tiene un factor social. Suprimir las [multimillonarias] ayudas al carbón es condenar al paro a tres mil, cuatro mil, cinco mil trabajadores. Quien defienda eso, que lo diga". Soberbio, magistral argumento muy propio de un keynesiano de P-3. Además de polivalente como aquel BUP nuestro de cuando entonces. Pues también serviría con tal de sostener en activo el Real Servicio de Postas y Diligencias de Carlos III.

"Los carromatos tirados por mulas cumplen una indubitada función social, Majestad, al igual que las plumas de ave, tan útiles para escribir, o la estratégica industria nacional de las velas de cera, ésas que nos iluminan sin necesidad de recurrir a excéntricas innovaciones foráneas. Merecen, por tanto, todo el apoyo en subsidios, primas y aranceles de esta cristiana república con tal de que su uso se extienda por los siglos de los siglos, Excelencia".

Y aún gracias que Zapatero no debe albergar ni la más remota idea sobre quién fuera Frédéric Bastiat, si no, ya tendríamos en trámite un proyecto de Ley para tapiar las ventanas de todos los edificios a fin de liberar a los fabricantes leoneses de la competencia desleal a que los somete el Sol cada mañana. Ya lo estoy escuchando: "La producción nacional de candiles conlleva una función social. Quien desde la derecha sostenga lo contrario, que lo diga".

En fin, si el gran Bastiat no hubiese muerto hace 160 años, uno juraría que formuló su célebre definición del Estado, "esa ficción a través de la cual todo el mundo intenta vivir a costa de todo el mundo", ante un retrato de Zetapé. O de Mr. Bean, que tanto monta.     

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