El cerco se estrecha sobre Zapatero. A las advertencias sobre la economía española lanzadas por las agencias de calificación ahora se une otra mala noticia: la Unión Europea no va a acudir al rescate de ningún país. Lo ha dicho Alemania, y cuando Alemania habla hay que tomarla muy en serio, sobre todo si se trata de dineros. ¿Qué va a hacer entonces ZP?
La postura alemana es comprensible. Los alemanes llevan pagando las facturas de la Unión Europea desde su creación y los contribuyentes germanos ya están hartos de seguir poniendo dinero porque sí. Además, el país tiene sus propios problemas: todavía no ha terminado de digerir la reunificación con el Este y tiene que afrontar sus propios problemas presupuestarios derivados de la crisis. Así es que, como es lógico, se niega a poner dinero encima de la mesa para salvar a los PIGS (Portugal, Italia, Grecia y España) y a Irlanda, porque, en definitiva, cuando dice que la UE no va a salvar a estas economías, lo que quiere decir es que no va a aportar un solo euro y allá se las componga cada uno, que para eso llevan décadas recibiendo ingentes cantidades de dinero de los fondos estructurales y del fondo de cohesión. Si estos países no han aprovechado esos recursos para hacer sus deberes, ese es su problema. Y, desde luego, en Alemania no gusta nada el ver como el Gobierno socialista griego miente una y otra vez sobre sus cuentas públicas, sin querer llevar a cabo las reformas que necesita su economía, o el Ejecutivo español tira el dinero a manos llenas en la política de ocurrencias y huidas hacia delante de ZP. Así es que si los alemanes se oponen, no va a haber forma alguna de que, si llega el caso, la Unión Europea apruebe medidas para rescatar a los países que ya están caminando al borde del abismo financiero. En Moncloa deberían tomar buena nota de ello, porque el mensaje es que cada palo aguante su vela.
Además, en todo esto de la Unión Monetaria Europea, Alemania siempre ha abogado por la más estricta ortodoxia en materia de política monetaria y fiscal. A los alemanes siempre les ha preocupado que el euro sea una moneda sana, creíble y estable porque siguen teniendo muy presentes las consecuencias de la hiperinflación de 1923, que dejó a millones de ciudadanos en la pobreza más absoluta y abrió las puertas para que los nazis llegaran al poder, y desde entonces se han convertido en poco menos que fundamentalistas monetarios –con semejante experiencia, no es de extrañar– y llevan las cosas hasta tales extremos que, en 1997, cuando España e Italia anunciaron que estaban en condiciones de cumplir los criterios de Maastricht para acceder al euro, los alemanes se opusieron porque sus economías no estaban preparadas para las implicaciones de la moneda única y, en caso de dificultades, podrían poner en peligro al euro. Ahora parece que el mensaje implícito que están enviando es que, si hay algún o algunos países que no son capaces de poner su casa en orden sin ayuda de los demás, lo mejor es que se marchen del euro. En Moncloa también deben tomar buena nota de ello.
¿Qué va a hacer entonces Zapatero? Porque las cosas pintan cada vez peor para las finanzas españolas, con la crisis inmobiliaria aún sin resolver, con el sistema financiero sin reestructurar, con el gasto público desbocado y sin la menor intención de contenerlo para reducir el déficit y con un horizonte en el que se adivinan subidas de tipos de interés. Si ZP pensaba que la UE, al final, iba a acudir al rescate de España y, por tanto, que el presidente del Gobierno podía seguir haciendo lo que quisiera con la política económica, se ha equivocado de plano. La Unión Europea, o más concretamente, Alemania, no va a ser la red de seguridad de los irresponsables. Y si lo que pasa es que se sigue creyendo su propia fantasía acerca de una pronta y fuerte recuperación económica, entonces estamos listos porque o bien nos tendremos que ir del euro, con lo cual la quiebra de la economía española va a ser completa y total, o nos tenemos que preparar para que el FMI, si puede, nos intervenga como si fuéramos cualquier república bananera del tres al cuarto y nos imponga una terapia de caballo que nos podríamos evitar si este Gobierno empezara de una vez por todas a hacer lo que tiene que hacer y se dejara de tanta propaganda, tanto discurso sin contenido y tanto no hacer nada a esperar que las cosas se arreglen por sí solas.