Todas las entregas del ensayo La solvencia del sistema crediticio español: el futuro previsible, de Alberto Recarte, están disponibles aquí.
Pese a lo apuntado en el artículo anterior, existen dos riesgos para la estabilidad del sistema crediticio que debemos valorar.
El exceso de capacidad del sector crediticio
Hay un riesgo ya mencionado de magnitud, considerable, para el sistema crediticio español si la economía española, como parece, se contrae todavía en 2010 y se confirma que en los siguientes años tendrá una actividad económica anémica.
- El crédito bancario podría no crecer, o crecer muy poco durante varios años, lo que supondría una reducción de márgenes para la banca de gran magnitud, pues su estructura, su organización, sus gastos generales en definitiva están preparados para afrontar crecimientos de la actividad del orden del 20% anual, como ha ocurrido en los años 1998/2007.
- Los tipos de interés, aunque crezcan, son tan bajos en la actualidad (noviembre de 2009) que van a repercutir negativamente en los márgenes bancarios.
- La consecuencia es que el sistema crediticio tendría que reducir su tamaño, lo que implica costes de reestructuración de cierta consideración y que, quizá, los márgenes de beneficios brutos, antes de todo tipo de provisiones, no sean tan elevados como supone el Banco de España en su Informe de Estabilidad Financiera. Quizá la reducción sea mayor del 10%, sobre el margen de 2009, que ya parece consolidado, en 2010 y en 2011 y en los años siguientes, algo que no contempla dicho Informe.
En cuanto a los costes para reducir el sobredimensionamiento del conjunto del sector crediticio, hemos supuesto que ascienden a 4.000 millones de euros al año durante los próximos cuatro ejercicios en base a las siguientes consideraciones:
- En 1993, el año más agudo de crisis económica en el anterior ciclo, el total de empleados de las entidades crediticias fue de 246.780 personas.
- Desde ese año hasta finales de 2008, el total de empleados bancarios ha crecido hasta sólo 270.865; una cifra modesta teniendo en cuenta que el balance del sistema crediticio se ha multiplicado por casi cuatro desde 1993.
- Esa estabilización esconde, sin embargo, un gran desequilibrio entre el comportamiento de bancos por una parte y de cajas y cooperativas de crédito por otro. El total de empleados de la banca desde 1993 a finales de 2008 descendió desde 152.845 hasta 115.129; mientras el número de empleados de las cajas creció desde 82.710 hasta 134.786. Y el de las cooperativas de crédito desde 11.225 en 1993 hasta los 20.940 a finales de 2008.
- Simultáneamente, el número de oficinas de la banca, que era de 14.756 en 2001 ha aumentado hasta 15.071 a mediados de 2009, mientras el de las cajas ha pasado de 19.829 en 2001 a 24.607 a mediados de 2009.
- El gasto total en personal de la banca en 2008 fue de 8.204 millones, mientras en las cajas ascendía a 8.922 millones de euros.
Esos datos nos ilustran sobre la magnitud del ajuste que tiene que acometer el sistema crediticio y que es mucho más agudo en el caso de las cajas que en el de los bancos.
La banca, que sufrió más que las cajas en las anteriores crisis económicas, reaccionó cerrando oficinas bancarias y reduciendo drásticamente el número de sus empleados a partir de 1993. Es evidente que esta crisis está afectando mucho más a las cajas que a la banca, por lo que la reducción de tamaño del sector lo tendrá que hacer el conjunto de cajas de ahorro. Si la reducción del personal y oficinas alcanzara el 30% del total (una evolución similar a la que tuvo la banca en la anterior crisis) el ahorro anual podría ser de 4.000 millones de euros anuales. Y el coste total para reducir el tamaño, en personal y estructura, podría alcanzar una cifra en el entorno de los 16.000 millones de euros; con lo que el coste de la reestructuración podría amortizarse en cuatro años.
Si el proceso de concentración de cajas de ahorro se hace sobre bases racionales, la inevitable reducción del número de oficinas y de empleados del sector será menor que si se hace sobre bases autonómicas, donde es más evidente el solapamiento y la duplicidad de oferta de servicios financieros.
No cabe duda de que la principal preocupación del Banco de España es la situación de las cajas de ahorro. El gobernador ha declarado que quizá 15 de las 45 existentes deberían integrarse con otras de mayor fortaleza.
La peor situación de rentabilidad y solvencia del conjunto de las cajas, en relación con la de la banca, tiene que ver con su rapidísimo crecimiento, en empleados y oficinas, en los últimos 15 años, facilitado por la integración en el euro, el crecimiento de la oferta monetaria y los bajos tipos de interés. Un crecimiento demasiado rápido suele traducirse en errores de juicio que afectan más a las entidades financieras que a otro tipo de empresas, por su escaso capital y su enorme apalancamiento. Pero ha habido otros factores: la mayor concentración de crédito en actividades inmobiliarias y constructivas en las cajas de la periferia, de zonas de España con poca industria y de tamaño, en muchos casos, muy reducido, lo que les dificulta la obtención de resultados económicos positivos, porque es muy complicado absorber los excesivos gastos de gestión y cumplimiento de la regulación que tienen que soportar las instituciones financieras. Otros factores han sido, y continúan siendo, la falta de internacionalización y de diversificación de su actividad crediticia. Finalmente, como acaba de comprobarse en el caso de la caja de Castilla-La Mancha, la presión política y social para financiar proyectos empresariales que, por tener un interés local, pueden terminar en pérdidas que los escasos fondos propios de las entidades financieras no pueden soportar.
El entorno macroeconómico
Lo más relevante es que en 2007 en la economía española trabajaban más de 20 millones de personas y que en 2010 es posible que lo hagan alrededor de 18 millones. Y que la población residente, que con la inmigración ha aumentado hasta casi los 46 millones de personas, puede reducirse en 2 ó 3 millones en los próximos años, en la medida en que muchos inmigrantes dejen España en búsqueda de trabajo.
Si el entorno macroeconómico es de estancamiento y hay que hacer un ajuste en el tamaño del sector financiero, yo sería partidario de recapitalizarlo cuanto antes; y el camino adecuado, en caso de que no existieran inversores privados interesados, sería el de capitalización por parte del sector público utilizado el FROB, en un porcentaje minoritario o mayoritario en el capital. Dejando abierta la puerta para que si la entidad de que se trate recupera el equilibrio y la solvencia, el capital público saliera tan rápidamente como debería haber entrado.