El galardón del Premio Nobel el pasado año le vino de perlas al economista Paul Krugman. Aunque ya hace tiempo que dejó de publicar artículos académicos, su influencia ha crecido notablemente, mediante sus columnas divulgativas en The New York Times, y su blog The Conscience of a Liberal. Una muestra de su vasta influencia ha sido el debate que ha generado acerca del estado de la macroeconomía su artículo ¿Cómo pudieron equivocarse tanto los economistas?
Las críticas a las ideas keynesianas de este autor se han venido sucediendo paralelamente a sus artículos y posts en su blog, y ya es extremadamente difícil, si no imposible, decir algo nuevo. De hecho, gran parte de las críticas que se hacen a Krugman ya habían sido realizadas por otros autores desde la misma publicación del libro insigne de Keynes en 1936 (e incluso antes); obra a la que la disciplina macroeconómica debería volver si quiere recuperar la cordura, según opinan keynesianos como Paul.
Aunque no se suela hacer notar en las clases convencionales de macroeconomía, el británico Keynes mantuvo un intenso debate de tú a tú con el austriaco Hayek en los años 30; y es muy discutible afirmar que simplemente porque las ideas keynesianas triunfaron sobre las austriacas, las primeras eran más adecuadas y correctas que las segundas. Años más tarde, autores como Ludwig Lachmann discutieron directamente con otros autores keynesianos.
Asimismo, en 1959 Henry Hazlitt publicó un libro titulado El fracaso de la nueva economía: un análisis de las falacias keynesianas, donde comentaba y trataba de refutar los argumentos del libro original de Keynes casi línea por línea. Este mismo autor compiló en los años 60 más de veinte artículos de notables economistas críticos con el keynesianismo, bajo un volumen llamado The Critics of Keynesian Economics.
No obstante, a pesar de todos estos intentos, sólo fue en los años 70 con la estanflación (recesión económica junto a inflación) cuando las ideas keynesianas entraron en caída libre por la llamada "revolución monetarista". Tuvieron que pasar 40 años hasta que un hecho empírico, difícilmente explicable según la doctrina keynesiana de la época, además de las explicaciones de dos autores de Chicago como Milton Friedman o Edmund Phelps, levantara las dudas acerca de su validez.
En la actualidad, existe la tendencia contraria: las ideas de los economistas "neoliberales" de Chicago parecen haber entrado en desuso, mientras que Keynes vuelve al centro del debate macroeconómico –ante el fracaso de los monetaristas, el keynesianismo es la única opción viable, se dice. El pastel macroeconómico se reparte entre los de "agua salada" (keynesianos) y los de "agua dulce" (monetaristas), por usar la terminología de Krugman. Y el agua, o bien es dulce o está salada, no hay término medio.
Sin embargo, sí existe una tercera alternativa, la de aquellos economistas que como Hayek, Lachmann o Hazlitt refutaron los supuestos y argumentos keynesianos mucho antes de que los monetaristas entraran en acción. Convendría, pues, revisar qué es lo que dicen estos autores, ya que buena parte de los macroeconomistas, comoPaul KrugmanoBrad DeLong, o son incapaces de comprender la teoría austriaca o laignoran por completo.