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José García Domínguez

Autopsia urgente de los Presupuestos

La banca sigue sin dar ni un céntimo a nadie. ¿Para qué, si se pueden ganar la vida tomando préstamos al uno por ciento en el BCE e invirtiéndolos un minuto después en deuda del Estado al cuatro?

Vamos a ver si lo he entendido bien. Puesto que el objetivo confeso de los Presupuestos Generales del Estado consiste en la perentoria creación de empleo, como es lógico incluyen la supresión total de la oferta pública de empleo. Y dado que el Gobierno no faltó a la verdad al anunciar que ciertos brotes verdosos inundaban de bucólica esperanza el paisaje macroeconómico, la premisa que los inspira exige que España permanezca hundida en la recesión a lo largo de 2010. ¿Me equivoco? ¿No? Continuemos, entonces.

Es sabido que Zapatero ansía la radical modificación del modelo productivo, pastoreándolo bajo su docta tutela hacia sectores de alto valor añadido acordes con la tan manida sociedad del conocimiento. En consecuencia, pues, las principales partidas mutiladas con tal de reducir el gasto público han sido investigación y desarrollo, inversión pública y educación (merma del 10% en los recursos de la LOE). Un doloroso sacrificio del todo inevitable a fin de que Carod, Saura y Montilla dispusiesen de un 10,8% más en caja, el lubricante imprescindible para que puedan continuar con sus informes de codornices japonesas, sus selecciones nacionales de canicas, sus embajaditas de juguete y sus referendos de broma. ¿O acaso yerro?

Sigamos. Dado que el Gobierno no cesa de repetir que uno de los elementos decisivos con tal de superar la crisis ha de ser la reactivación del consumo privado, coherente, ha procedido a castigarlo con saña por medio de la subida de los tributos indirectos. Al tiempo, y quizá como secreto homenaje al Gato de Cheshire, Humpty Dumpty y la Reina de Corazones, de la lectura del Presupuesto se infiere que el aumento del desempleo en 2010 causará una subida simultánea de... la recaudación por IRPF. Para alquilar sillas, que decimos en Barcelona.

Mientras, en fin, la banca sigue sin dar ni un céntimo a nadie. ¿Para qué, si se pueden ganar la vida tomando préstamos al uno por ciento en el BCE e invirtiéndolos un minuto después en deuda del Estado al cuatro? Bien está, en consecuencia, que tan audaz heroísmo reciba su justo premio con los 140.000 millones de euros públicos que se le procurarángratiset amore, ora vía FAAF ora vía FROB. Pero que alguien me corrija si no lo he pillado.

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