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Ignacio Cosidó

La ruina de los ciudadanos

La política manirrota de gasto masivo aplicada por el Gobierno como único tratamiento a la crisis ha tenido como un efecto secundario inevitable la subida de impuestos.

Como era previsible, la quiebra a la que Zapatero conduce al Estado con un déficit público incontrolado lleva irremisiblemente asociada la ruina de los ciudadanos. La política manirrota de gasto masivo aplicada por el Gobierno como único tratamiento a la crisis económica ha tenido como un efecto secundario inevitable la subida de impuestos a los ciudadanos. Un incremento de la presión fiscal que será contraproducente para las arcas del Estado, aumentará el sufrimiento de los ciudadanos y retrasará aún en mayor medida la salida de la crisis.

El Gobierno pretende incrementar sus ingresos en más de 15 mil millones de euros subiendo no sabe como no sabe aún que impuestos. La realidad es que el agujero negro en el que Zapatero ha convertido el gasto público engullirá esa cantidad sin reducir apenas la desbocada carrera de nuestro déficit presupuestario, un déficit que superará ampliamente el 10% en el presente ejercicio.

Es como intentar apagar un incendio con un cubo de agua. Pero la realidad es aún peor: la subida de impuestos no sólo no supondrá un mínimo repunte de los ingresos, sino que precipitará aún en mayor medida una caída de los ingresos públicos a largo plazo. Subir los impuestos aumentará la incertidumbre, desincentivará el ahorro y la inversión, reducirá el consumo y, en definitiva, hundirá aún en mayor medida nuestra debilitada actividad económica. Con todo ello caerán aún más los ingresos públicos. Zapatero recuerda a esos médicos de la antigüedad que cuando el enfermo estaba débil le ponían sanguijuelas para que les chupara la sangre.

El incremento de los tributos castigará además a unas sufridas clases medias y bajas ya muy maltratadas por la crisis. El mito de Robin Hood que Zapatero quiso hacer creer en Rodiezmo la pasada semana ha caído hecho pedazos en la rueda de prensa hecha junto a Berlusconi. No es que Zapatero pretenda quitar el dinero a los ricos para dárselo a los pobres, sino más bien lo contrario. La subida de los impuestos, aún por desvelar, apunta como objetivo la hucha de quiénes se sienten amenazados por el paro y el conjunto de los consumidores a través de los impuestos al consumo. Estamos no sólo ante la mayor subida de impuestos de la democracia, sino además ante la reforma fiscal más regresiva de nuestra historia. Y todo ello con el puño en alto por si alguien se resiste.

No puede ser más falsa la justificación del Gobierno de que esta subida de impuestos se dedicará a incrementar la protección social. Por el contrario, una buena parte de la expansión del gasto se está dedicando a redecorar ciudades, crear lujosas embajadas de Carod Rovira por todo el mundo, aumentar los asesores de Zapatero o tapar agujeros como el de Caja de Castilla La Mancha en los que se han enriquecido los amigos del socialismo. No es por tanto gasto social todo lo que reluce en el gobierno de Zapatero.

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