Viendo los últimos datos de ejecución presupuestaria, está claro lo que ya venimos avanzando desde hace tiempo: que al Gobierno se le ha ido de las manos el déficit público. Sin embargo, el problema de fondo no es ni una cuestión técnica, ni coyuntural. Como es lógico, la crisis y el desempleo están provocando el desplome de los ingresos porque se consume y se invierte menos y, además, se destruye empleo. Sin embargo, el desaguisado en las cuentas públicas que está provocando el hundimiento de la recaudación tributaria podría arreglarse de varias formas, por ejemplo, reestructurando y recortando los gastos y/o bajando impuestos para generar más actividad económica y, por tanto, más entradas en las más que vacías arcas de Hacienda. El problema, por tanto, no es de naturaleza técnica, ni tan siquiera de incompetencia de los miembros del equipo económico del Gobierno, porque si Elena Salgado no sabe una palabra de economía, los técnicos del Ministerio, por el contrario, están muy bien capacitados. No, aquí el problema, en realidad, es de naturaleza ideológica.
Zapatero quiere y está haciendo una apuesta clara por el socialismo y, en consecuencia, sus propuestas pasan por aumentar el gasto público. ¿Que la industria del motor tiene problemas? Pues tiremos de presupuesto para ayudarla. ¿Que hay cajas de ahorros en quiebra? Pues que se ponga dinero público para intervenir en ellas y salvarlas. ¿Que el paro se dispara a causa de la crisis y de un mercado laboral extremadamente rígido? Pues que se financie la creación artificial de empleos a través del Plan E. ¿Que hay cualquier problema? Que intervenga el Estado para resolverlo y se aporten todos los dineros públicos que sean necesarios. De esta manera, el gasto presupuestario no deja de crecer mientras los ingresos se hunden y el déficit se agiganta y se encamina a paso acelerado hacia niveles insostenibles.
¿Qué hacer para remediar esto? Pues más socialismo. Se empieza por eso tan socialista de decir que los ricos paguen más y se anuncia una subida de impuestos para las rentas superiores a los 50.000 euros anuales. Claro que, como pasa siempre, los verdaderamente ricos tienen sus sociedades patrimoniales para gestionar sus fortunas y, de esta forma, se escapan del fisco. Como los españoles no son tontos, enseguida empiezan a preguntarse quién va a pagar finalmente las facturas y llegan rápidamente a la conclusión de que van a ser ellos. Y si alguien tenía alguna duda al respecto, uno rápidamente se acuerda de que le han subido hace poco los impuestos del tabaco y las gasolinas, que afectan a todos. Entonces sale alguien y empieza a explicar eso de que en España los impuestos son más bajos que en otros lugares de Europa. Sí, son más bajos... y nosotros más pobres y con más parados que ellos. Y, además, esos países llevan años intentando rebajar el peso del Estado para poder recortar el gasto público y reducir la presión fiscal y el malestar de los ciudadanos. Que se lo pregunten si no a los suecos, que en la década pasada tuvieron que meter un tijeretazo drástico a su famoso Estado del bienestar porque era insostenible; o a los alemanes, que están haciendo lo propio con su generoso sistema de protección social. Pero de eso nuestros socialistas no hablan; simplemente se limitan a recuperar ese discurso obsoleto de la década de los ochenta según el cual los impuestos tenían que subir en España porque eran más bajos que las media de la Unión Europea y la OCDE.
Luego, como con eso de que los ricos paguen más el Gobierno se da cuenta de que no va a ir muy lejos, porque apenas va a incrementar la recaudación y porque nadie se cree que el Ejecutivo se vaya a parar ahí, Zapatero se saca de la manga una subida de impuestos tan socialista como la que ha anunciado sobre las rentas del capital. Así que ya estamos en otro de los mitos de la izquierda, o sea, que los que tienen acciones son los adinerados, y se olvidan de que España ha cambiado tanto y prosperó tanto hasta que ellos llegaron al poder que tres de cada cuatro familias españolas tienen invertidos parte de sus ahorros en bolsa: bien directamente mediante la compra de acciones, bien a través de fondos de inversión. No es a los ricos, por tanto, a quienes afecta esa medida, sino al conjunto de la sociedad. Sin embargo, a nuestros socialistas lo que les pone es eso de que tribute el capital, que es, para ellos, sinónimo de que pague el que más tiene y el que más gana sin trabajar. Y, aún así, el Gobierno tampoco va a recaudar tanto como le gustaría.
De esta forma, todos nuestros problemas presupuestarios pueden resumirse diciendo que la verdadera causa de los mismos no es la crisis, ni el paro, sino la aplicación de las ideas socialisas que está llevando a cabo Zapatero. Unas ideas que nos van a salir muy caras.