Pocas reuniones del Consejo de Ministros puede haber más inútiles que la que se ha celebrado este jueves, 13 de agosto, porque, para lo que se ha aprobado, bien podría haber esperado el Gobierno hasta la reanudación del curso político después del parón estival. O, si había alguna urgencia con algún tipo de medida, como el subsidio a los parados que agoten la prestación por desempleo o la ayuda a los autónomos que cesen en su actividad, esto se podría haber hecho en el último consejo antes del paréntesis veraniego. Porque esto, junto con la autorización de la TDT de pago, es lo que ha dado de sí esta reunión.
Por supuesto, de la reforma laboral y de las demás medidas que se necesitan para salir de la crisis y crear empleo, nada de nada. Y es que, al final, y como siempre sucede con Zapatero, de lo que se trataba no era más que de otro episodio en la política de imagen del Gobierno, destinado tanto a tratar de demostrar que el Ejecutivo está trabajando para luchar contra la crisis, cuando lo único que hace es interrumpir sus vacaciones por unos días, y, sobre todo, para poder proporcionar al presidente del Gobierno algún argumento con el que acudir al Congreso de los Diputados en septiembre para ese debate monográfico sobre la situación económica que no quiso celebrar antes del verano porque ni tenía nada nuevo que decir, ni las cifras ni las circunstancias estaban, ni de lejos, a su favor. O sea, puro marketing.
Con otro Ejecutivo, uno esperaría que una reunión extraordinaria del Consejo de Ministros en medio del mes de agosto diera mucho de sí y trajera muchas novedades. Con Zapatero, esto es imposible, en parte porque se niega de plano a hacer lo que hay que hacer, en parte porque su respuesta a la crisis se produce a golpe de ocurrencia que luego hay que llenar de contenido. La última ha sido eso de la ley de economía sostenible, que nadie sabía lo que era cuando Zapatero la anunció. Ahora ha quedado claro que ni él mismo lo sabe. Semejante ley podría haber ocupado por sí sola una buena parte de la reunión del Consejo de Ministros, y las medidas que pudiera contener formar parte, al menos algunas de ellas, de lo aprobado. Eso podría hasta haber justificado una reunión supuestamente de tanta importancia como la de este jueves. Pero como ni ZP ni sus ministros saben qué es eso de la ley de economía sostenible, el encuentro ha estado prácticamente vacío de contenido. Prueba de ello es que, a estas alturas, Moncloa está pidiendo a los miembros del Gobierno ideas para dotar de contenido a la última ocurrencia del presidente.
Lo que necesita la economía española no es eso, sino medidas reales y acertadas. Otros países las están tomando y pueden empezar pronto a salir de la recesión. A nosotros nos espera todavía un largo y doloroso camino porque el Gobierno no hace lo que debe, sino justo lo contrario, y así se explica que nuestra tasa de paro duplique a la media europea, o que mientras Alemania y Francia ya empiezan a presentar tasas positivas de crecimiento, aunque todavía débiles, nosotros tenemos todavía por delante no menos de un año más de recesión.
Ahora la cuestión es qué va a decir el Gobierno para seguir sin hacer nada o, lo que es peor, tomando medidas que agravan todavía más la crisis. Porque el argumento de que otros países europeos están todavía peor que nosotros acaba de terminarse y ahora es cuando de verdad van a empezar a apreciarse las diferencias entre unos y otros, entre quienes tienen una economía flexible y quienes no, entre quienes hacen sus deberes y quienes se niegan a hacerlos porque eso no es "social". Pero la cuestión, también, es saber qué va a decir la oposición porque si Rajoy es contrario a adaptar los salarios a un IPC que, el mes pasado, cayó el 1,4% en términos anuales, ¿qué reforma laboral y que medidas para superar la crisis va a defender en septiembre? Aquí, entre todos la mataron y ella sola se murió, nunca mejor dicho.