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José García Domínguez

El escándalo CCM

El 82% de los créditos han ido a parar a constructores y promotores inmobiliarios sin necesidad de que experto urbanístico alguno certificara el valor real de los terrenos. Suerte que a Madoff no le dio por acercarse a Toledo en busca de financiación.

Un rasgo notable del sistema financiero más sólido del mundo consiste en aunar todo lo malo del capitalismo sin por ello retener nada de lo bueno del socialismo. Es eso que lo que los economistas llaman un "óptimo de Pareto", pero al revés; o sea, un tinglado definitivamente imposible de empeorar. Así, nacionalizar las pérdidas de la banca a mayor gloria del libre mercado, garantizando con desparpajo solemne a las grandes fortunas del Reino que los contribuyentes pagarán a escote su muy privada incompetencia, tiene mérito; y más, si el promotor del regalo presume de ser un rojazo tremendo.

Al tiempo, privatizar de facto las Cajas de Ahorros en nombre de la charlatanería solidaria al uso, tiene algo más: tiene delito. He ahí, paradigmático, el caso del compañero Juan Pedro Miremealacara Moltó, y su Caja de Pandora castellano-manchega. Y es que en la autopsia de la CCM que acaban de rubricar los forenses del Banco de España dispone Zapatero de las pruebas periciales contra el malvado neoliberalismo, culpable único de la crisis. Sin ir más lejos, ahí se certifica que el compañero Moltó concentró créditos por valor de setenta y seis mil millones de pesetas en tres familias, tres, de resecos castellanos de pro sedientos de liquidez. ¿Acaso cabe ser más liberal con el dinero del prójimo?

Y no vaya a barruntar el lector que terminó ahí la desprendida liberalidad del Bigotes de Bono. Qué va. Según ha revelado García Abadillo en El Mundo, el Adam Smith manchego demostró ser todo un señor con el dinero sobrante, uno de aquellos altivos caballeros decimonónicos que aún confiaban en la palabra de honor de un semejante. De ahí, sin duda, que el 82 por ciento de los grandes créditos de CCM hayan ido a parar a constructores y promotores inmobiliarios sin necesidad de que experto urbanístico alguno certificara el valor real de los terrenos que ofrecieron como garantía. Suerte que a Madoff no le dio por acercarse a Toledo en busca de financiación.

Así las cosas, bien sé que resultaría muy extremista proponer la privatización de los bancos privados españoles. ¿Pero también sería osadía excesiva, don Mariano, reclamar la socialización, es decir la devolución a la sociedad mediante venta en pública subasta, de las Cajas de Ahorros? No me conteste: ya conozco la respuesta.

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