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Emilio J. González

El pacto de los buitres

Todo esto de la financiación autonómica no es más que un banquete de buitres de todas las especies en el que los más poderosos comen más y mejor, a costa de lo poco que nos queda del Estado español.

El nuevo sistema de financiación autonómica se ha convertido en un banquete para buitres, que se arrojan hambrientos sobre el cadáver de lo poco que le va quedando al Estado central para darse un festín financiero en el que, como en la zoología, los carroñeros más poderosos, o sea, las autonomías con más capacidad para chantajear al Estado, van a llevarse el mejor pedazo de carne y los restos, que se los repartan los demás como buenamente puedan.

Este, precisamente, no es el mejor momento para poner en marcha un nuevo modelo de financiación de las comunidades autónomas. Con un déficit público que cabalga desbocado hacia el 10% del PIB y una deuda pública hacia el 90%, lo que tienen que hacer todas las administraciones públicas, empezando por las autonómicas, es apretarse el cinturón y gastar menos porque, en caso contrario, habrá que subir impuestos y los pocos recursos financieros con que cuenta el país irán a financiar semejante desequilibrio astronómico, en lugar de destinarse a la necesaria inversión empresarial. Transitar por esta vía no conduce más que a profundizar y alargar la crisis, al tiempo que se agrava todavía más el problema del desempleo. A Zapatero, sin embargo, esto le importa un bledo. Para él lo fundamental es permanecer en el poder a cualquier precio, aunque sea a costa de esquilmar el Estado y el bolsillo de los españoles lo máximo posible. Así, a ZP no le ha temblado lo más mínimo el pulso a la hora de ceder a las exigencias de ERC con tal de conseguir los apoyos necesarios para aprobar en el Congreso de los Diputados los próximos presupuestos y evitar la convocatoria anticipada de elecciones en Cataluña. El presidente del Gobierno, sin embargo, podría haber logrado lo mismo mediante una negociación con el Partido Popular, mucho menos onerosa para el Estado. Sin embargo, como eso le hubiera obligado a cambiar su estrategia de gastar por gastar para que imperase la racionalidad, como hubiera forzado a los socialistas catalanes a poner fin a su alocada carrera hacia el independentismo y como, en última instancia, Zapatero quiere destruir el PP a toda costa para convertir al PSOE en el PRI en versión española y convertirse a sí mismo en poco menos que presidente vitalicio, de pactar con el PP, nada de nada. Lo malo es que, con esta actitud, a ZP le quedan cada vez menos cosas que poner encima de la mesa para negociaciones futuras con ERC.

Si esta actitud es lamentable, mucho más lo es la de los líderes autonómicos, tanto socialistas como "populares", así como la de la propia dirección nacional del PP. Sólo dos autonomías, Cataluña y Andalucía, van a repartirse la parte del león del nuevo modelo de financiación autonómica. Al resto no le van a quedar más que migajas, hasta el punto de que la financiación por habitante en regiones más atrasadas, como Extremadura o Castilla-La Mancha, ambas gobernadas por el PSOE, van a ser mucho menor que la de la rica Cataluña, cuando tendría que ser al revés. Pero como al final les va a caer a todos más dinero de lo que venían recibiendo hasta ahora, los presidentes autonómicos socialistas bajan la cabeza y se callan porque dispondrán de más recursos para gastar, o malgastar, aunque ello implique condenar a sus ciudadanos a no poder acercarse nunca a los niveles de vida de los catalanes.

Esto no tiene nombre, como no lo tiene tampoco lo del Partido Popular. Todos están en contra de este modelo de financiación, lo critican y protestan, pero están dispuestos a firmarlo. Por desgracia, es como decía María Teresa Fernández de la Vega, que su actitud es la de "toma el dinero y corre". Mala imagen dan los populares en este sentido como alternativa de Gobierno a los socialistas porque están demostrando claramente que, a la postre, todos son iguales y que aquí a nadie le importa España. Sólo piensan en sus propios cacicatos, en sus particulares reinos de Taifas. Y, mientras tanto, la dirección nacional del PP no es que sea incapaz de llevar a todas las autonomías en las que gobierna el partido a un frente común contra semejante disparate –con el objetivo de rechazarlo de plano y sin aceptar un solo euro, que sería lo lógico–, es que, por desgracia, ni siquiera se lo plantea.

Así es que, al final, todo esto de la financiación autonómica no es más que un banquete de buitres de todas las especies en el que los más poderosos comen más y mejor, a costa de lo poco que nos queda del Estado español; con Zapatero encantando de quitarse de en medio un problema a corto plazo que le permite seguir en el poder; y con el PP mirando hacia otra parte. Un PP, éste, que si algún día llega al poder, no se atreverá a revocar lo que ahora se está aprobando con su consentimiento cómplice. ¿Dónde ha quedado aquello de la idea de España del congreso nacional del partido de 1999?

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