El destacado periodista Vicente Verdú fue entrevistado en el dominical de El País y dijo varias cosas interesantes. Verbigracia: "Esta Gran Crisis ha adquirido precisamente los caracteres de la fatalidad y la mortalidad indiscriminada, social y económica de las guerras mundiales".
Pero ni la crisis ni las guerras son inevitables, no dependen de los hados o del destino sino de las autoridades. Son los políticos los que las desatan y no podemos hablar de ellas como quien habla de un terremoto. Asimismo, las víctimas de las guerras y las crisis no son indiscriminadas. En ambos casos el pueblo trabajador se ve mucho más afectado que los ricos y los poderosos.
Más: "La inteligencia capitalista determina que, al fin, siendo los ricos la mitad de ricos de lo que eran antes, su distancia con respecto a los que se convierten en más pobres se multiplica por dos". La idea de que hay una mente que determina lo que sucede es una vieja fantasía. Lo que no es fantasía, en cambio, es la aritmética, y si seguimos el razonamiento de Verdú sobre el mal indiscriminado no se entiende bien por qué la distancia entre ricos y pobres se multiplica por dos si ambos se empobrecen en un 50%.
Más. Le llama la atención el desamparo "incluso en el Estado del Bienestar". El progresismo es incapaz de apreciar los costes y las consecuencias no previstas ni deseadas del intervencionismo. Entonces, si hay Estado del Bienestar, nadie puede estar desamparado, vamos, como si el Estado del Bienestar fuera gratis.
¿A qué aspira don Vicente? "Frente al neoliberalismo, la regulación pública; contra la especulación, la racionalidad; frente al despilfarro, la sostenibilidad; frente al mercado, el proyecto humano; contra la pestilencia de la orgía, el perfume de la autenticidad".
O sea que este señor cree que no hay regulación pública, que la especulación es irracional, que la gente libre despilfarra pero si no es libre se sostiene y que el mercado no está formado por seres humanos. Qué disparates. En fin, lo de la orgía y la autenticidad es demasiado cursi para merecer atención. En cambio, lo de acabar con "los intermediarios de todo tipo" y pasar "al contacto persona a persona" no es cursi, sino absurdo y letal.