El PP acaba de mostrar, una vez más, su auténtico rostro con su apoyo al Fondo de Rescate Bancario (FROB) en el Congreso. Gracias al voto de los populares, el Gobierno ha obtenido luz verde para salvar de la quiebra a entidades financieras –la mayoría, cajas de ahorros– con el dinero de los contribuyentes, presentes (impuestos) y futuros (deuda pública).
Era de esperar. Aún así, ¡qué descaro! Muy poca vergüenza exhibe la cúpula del PP al aprobar dicha norma cuando hace escasamente unos días, su líder, Mariano Rajoy afirmaba que "no es la ley que hay que hacer" sino un mero "parche" de dudosa efectividad para restablecer el crédito a familias y empresas. De nada han servido tales críticas a la hora de la verdad.
El rescate bancario ha sido consensuado entre ambos partidos políticos. El PP cede el bastón de mando a Salgado que, instituida en banquera central, podrá ahora reestructurar a su antojo el sobredimensionado sistema financiero español. El Gobierno dispondrá, en principio, de hasta 90.000 millones de euros (casi el 9% del PIB) para tal fin. De hecho, el FROB abre la puerta a la nacionalización bancaria en España.
En un reciente editorial, Libertad Digital resumía a la perfección la esencia del FROB:
El Gobierno podrá sustituir a los administradores y decidir sobre los procesos de fusión de las entidades y convertirá en acciones los fondos que bancos y cajas no devuelvan antes de siete años.
Su objetivo es claro:
Reestructurar el sistema bancario español a gusto del Gobierno para luego nacionalizarlo total o parcialmente [...] y si el intervencionismo estatal [...] ha sido una de las causas más importantes de esta crisis, no parece que la solución vaya a consistir en incrementarlo aún más. Estos planes de rescate diseñados a la medida de los burócratas no nos harán ni más prósperos ni más libres, sino todo lo contrario: más pobres y, especialmente, más sumisos.
Con su apoyo, el PP se ha convertido en cómplice y, por lo tanto, culpable de esta felonía. A saber, inyectar una ingente cantidad de dinero público para mantener en pie de forma artificial a casi una treintena de entidades, según los propios cálculos del PP, cuya gestión ha resultado ser nefasta. Las cajas de ahorros, dirigidas por ex políticos de todo color y condición, sobrevivirán gracias al dinero de los ciudadanos honrados.
Una especie de "barra libre para insolventes", tal y como acertadamente advierte Rosa Díez. ¿Dónde está la necesaria y urgente privatización de las cajas de ahorros? ¿Dónde queda la sana liquidación de entidades quebradas e innecesarias? ¿Dónde la garantía de que los recursos públicos serán gestionados eficazmente y no serán empleados para salvar a banqueros amigos y cajas al servicio de los poderes autonómicos?
Por más que busquen, no encontrarán respuesta. Sencillamente porque el FROB no contempla tales cuestiones. El plan tan sólo pretende mantener bajo estricto control a un sector, el bancario, en el que el libre mercado brilla por su ausencia.
Valiente aportación la de los populares. Sus críticas al rescate bancario no sólo son soflamas populistas de inexistente valor, sino que constituyen una falsedad manifiesta, un intento de engaño colectivo de cara a la galería. No obstante, el PP apoyó el Plan Solbes, pese a saber que no serviría para reanimar el crédito. Poco después, abrazó el intervención de Caja Castilla-La Mancha (CCM) por parte del Banco de España. No obstante, los consejeros populares de la caja manchega dieron su visto bueno a las desastrosas inversiones llevadas durante los años del boom.
Y ahora, esto. Votos a favor de un plan repleto de incertidumbres e intervencionismo político. Y es que, al fin y al cabo, son conscientes de que algunas de sus cajas de ahorros (con domicilio social en región popular) correrán la misma suerte que CCM. Tan sólo es cuestión de tiempo. Además, al igual que el PSOE, también el PP se ha beneficiado de la condonación de créditos por parte de la banca.
El PP se ha convertido en un nido de hipócritas. De burócratas acomplejados y con escasos conocimientos económicos que, con tal de salvar la cara, son capaces de decir una cosa y, al día siguiente, hacer justamente la contraria. Los efectos del FROB serán sufragados por la ciudadanía, pero la responsabilidad de su fracaso será tan sólo de ambos partidos.