Como en muchos casos la balanza se puede inclinar hacia un lado u otro dependiendo de lo que se ponga en sus platillos. Es cierto, que la voracidad de un sistema financiero desbocado, es causa de gran parte de los males económicos que padecemos. Pero también, es cierto que esta crisis debe de limpiar, por si misma, toda la podredumbre y que únicamente en este sentido se podrían mover los poderes políticos, creando nuevas normas y obligando a una mayor transparencia. Penando las operaciones financieras destinadas a destruir los medios de producción, por medio de ingenierías económicas y destrucción de activos. Ahora bien la teoría keynesiana de empujar a la economía desde el gasto público o las inversiones políticas no rentables, es un grave error en el que no se debe de caer. Ni la demanda se puede forzar en términos macroeconómicos ni la producción debe aumentar sin demanda. La economía no es una ciencia exacta pero tiene las debidas herramientas para analizar y apoyar decisiones, sin olvidarse del mercado.
Como en muchos casos la balanza se puede inclinar hacia un lado u otro dependiendo de lo que se ponga en sus platillos. Es cierto, que la voracidad de un sistema financiero desbocado, es causa de gran parte de los males económicos que padecemos. Pero también, es cierto que esta crisis debe de limpiar, por si misma, toda la podredumbre y que únicamente en este sentido se podrían mover los poderes políticos, creando nuevas normas y obligando a una mayor transparencia. Penando las operaciones financieras destinadas a destruir los medios de producción, por medio de ingenierías económicas y destrucción de activos. Ahora bien la teoría keynesiana de empujar a la economía desde el gasto público o las inversiones políticas no rentables, es un grave error en el que no se debe de caer. Ni la demanda se puede forzar en términos macroeconómicos ni la producción debe aumentar sin demanda. La economía no es una ciencia exacta pero tiene las debidas herramientas para analizar y apoyar decisiones, sin olvidarse del mercado.
Muy brillante. Me guardo el artículo
La clave es esta: "Los keynesianos consideran que la economía es como una máquina que, si se detiene, hay que darle cuerda. Lo único importante es que la máquina no se pare y no cómo se la vuelva a poner en funcionamiento." Desgraciadamente es el modo de pensar de la mayoría que no entiende las crisis y es cortoplacista.
Usted sabe perfectamente que la burbuja inmobiliaria estadounidense pudo crearse gracias a la ausencia de control público en determinados productos financieros, que se saltaron todas las normas escritas y no escritas para endosar el dinero ficticio de unas hipotecas basura como si se tratara de productos financieros de calidad. No fueron los keynesianos quienes se inventaron las cestas de productos con calificación media cuando una parte de esos productos eran una completa estafa; esas cestas de productos se pudieron crear gracias a la opacidad (y a la voracidad mercantilista) de quienes los crearon y gestionaron con la garantía de una "no intervención" de la Reserva Federal, a quien se le negó en reiteradas ocasiones el control y la supervisión sobre esos productos, situación aplaudida por ustedes, los economistas liberales, por cuanto significaba la no intervención estatal en los mercados financieros. Y ahora pretenden culpar al keynesianismo de lo que crearon y aplaudieron ustedes. Ya lo creo, que hay crisis intelectual; pero no la que ustedes pretenden.
Usted (ElKoko) sabe perfectamente que hubo que permitir que determinados productos financieros no estuvieran sometidos al "estricto control público" (¡ja!, Arenillas es el estricto control público) porque eran infumables, no habrían podido superar inspección alguna, y tan sólo existían porque cierto presidente americano, cuyo padre no ha sido presidente pero casi lo es su señora, poco menos que obligó a crear las subprime para que los pobres tb pudieran tener hipotecas. Hubo que (de una forma torticera, inadmisible y delictiva) trocearlos para dispersar el inasumible riesgo entre otros productos estándar. Cortas patas las de la mentira.
En cuanto al señor Krugman, creo ciertamente que su libro habría que imponerlo como de texto en secundaria, ya que una pronta exposición a la manipulación y la mentira, si se explica bien, podría actuar de vacuna para el futuro. Una cosa es que la teoría general de Krugman no se tenga en pie, y otra muy diferente es que capítulo a capítulo, párrafo a párrafo, línea a línea, el autor use razonamientos falsos para supuestamente demostrar de manera irrefutable su teoría (y eso asumiendo que las cifras que da sean ciertas, cosa que a estas alturas del capítulo 2 considero muy poco probable). Cada argumento que da, cada conclusión, es falaz y no se deriva de la secuencia lógica que ha expuesto.
Veo razonable que le dieran el Nobel, pero que le dejen pisar Princetown, eso sí es preocupante.