Como bien sabe el lector, en nombre de la izquierda transformadora, el ecologismo militante, la identidad nacional de Cataluña y la gloriosa memoria de Groucho Marx, el tripartito acaba de fijar un ambicioso programa doméstico en auxilio de las multinacionales. Así, el Socorro Rojo de los contribuyentes catalanes hacia las principales corporaciones planetarias del motor –quinientos euros por cada coche que coloquen en España– incorpora dos sabrosas cláusulas locales, muy particular homenaje mediterráneo al protagonista de Sopa de ganso.
La primera de esas premisas fijadas por socialistas, neocomunistas y la Esquerra exige que los compradores de vehículos de lujo no resulten marginados de la lluvia de dinero público gratis total. Por tanto, en aras de la deseable cohesión social y merced a los auspicios del compañero Montilla, todos los distinguidos conductores de, por ejemplo, el modelo X-Type de Jaguar, utilitario obrero donde los haya, recibirán el correspondiente talón de la Generalidad en reconocimiento a su muy exclusivo gusto. O sea, lo de Ponga un pobre en su mesa de Berlanga y Azcona, pero al revés.
Es más, los parados que anden pensando estos días en comprarse un deportivo descapotable de cincuenta mil euros han de saber que contarán con la solidaridad financiera de la Administración catalana si finalmente optan por adquirirlo. Al respecto, se rumorea en Barcelona que, a instancias de la Generalidad, por la megafonía de todos los concesionarios de Audi comenzarán a sonar los compases de la Internacional cada vez que un cliente exhiba la cartilla del INEM ante el vendedor.
Al tiempo, los rabanitos –rojos por fuera, blancos por dentro y siempre al lado de la mantequilla– del Govern desean que las emisiones de CO2 causadas por los nuevos vehículos resulten ser las máximas posibles. Consecuentes, los eco-socialistas del Joan y la Imma premiarán a los compradores de los coches más potentes, es decir, los que más destrozos inflingen al medio ambiente. "Cuanta más contaminación, más subvención", parece ser el prometeico lema del nuevo modelo productivo catalán.
Y todo, ante el asentimiento bobalicón del Partido Popular, demasiado ocupado en rodar vídeos de patio de colegio como para prestar atención a asuntos menores. Frente a la demagogia populista más grosera que quepa imaginar, el silencio medroso de los corderos. Así les va.