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Emilio J. González

Hartos de Zapatero

El verdadero origen de la crisis es Zapatero, por mucho que los socialistas pretendan echar balones fuera culpando de todo al PP y a las políticas de corte liberal.

Al presidente de la CEOE, Gerardo Díaz Ferrán, no le falta razón cuando dice que el problema en España no es la crisis económica, sino los años de Zapatero en el Gobierno. Aunque esta verdad haya salido a la luz a causa de un micrófono abierto que debía de estar cerrado, lo cierto es que ya iba siendo hora de que alguien, más allá del Partido Popular, se pronunciara de esta forma, porque los datos son incuestionables.

Hace ya tiempo muchos veníamos advirtiendo al Gobierno que los efectos económicos positivos de la política del PP ya estaban agotados y que hacía falta seguir profundizando en las reformas que necesita la economía española. Zapatero, sin embargo, hizo caso omiso a estas advertencias. Para él lo que importaba era hacer política –su política de izquierdas, esa que se está llevando de por medio todos los logros de la Transición y de tres décadas de democracia– y no ocuparse de la economía. ZP pensó que con no hacer nada bastaba y así nos luce ahora el pelo, porque hacía falta tomar muchas decisiones para que, con la llegada de los años de vacas flacas, la crisis no golpeara a España con la intensidad y el dramatismo con que lo está haciendo.

De la misma forma, a Zapatero también le veníamos advirtiendo acerca de la burbuja inmobiliaria y de las consecuencias para la economía que podría conllevar su estallido, como estamos sufriendo en estos momentos. ZP pudo gestionar entonces las cosas de otra manera –de una mejor manera– buscando un aterrizaje suave del sector de la construcción. Sin embargo, lejos de hacerlo, consintió que fuera a más la orgía de precios al alza a lo loco y sin más justificación que la especulación propia de toda burbuja porque, a fin de cuentas, mientras el sector de la construcción marchara como una moto se seguirían creando muchos puestos de trabajo. Craso error porque todo eso venía alimentado por unos tipos de interés artificialmente bajos y por una falta de liberalización del suelo que estaban disparando los precios de la vivienda hasta cantidades de locura y sin correspondencia alguna con lo que las familias, que se vieron endeudadas hasta las cejas, podían permitirse el lujo de pagar. ZP pudo cortar esto de raíz permitiendo al Banco de España llevar a cabo una tarea eficaz de supervisión que limitase la orgía de créditos hipotecarios que ha puesto en peligro a tantos bancos y cajas de ahorros de nuestro país. Pero no lo hizo porque eso hubiera supuesto frenar esos ritmos prodigiosos de crecimiento económico y creación de empleo que, en definitiva, no eran más que puro artificio.

De la misma forma, en lugar de tirar tanto dinero como están tirando su Gobierno y las comunidades autónomas, podía haber forzado a las autonomías a alcanzar un pacto con los ayuntamientos para reformar su financiación y que ésta no tuviera que depender de la recalificación de suelo. Así, el suelo se podría haber liberalizado y, con ello, haber contenido la escalada de precios de la vivienda. Sin embargo, para Zapatero liberalizar no es de izquierdas, por mucho que beneficie a los ciudadanos y, por tanto, no hizo nada al respecto. Él lo que quería era intervencionismo, que por todas partes se pudieran colgar carteles propagandísticos con la leyenda "vivienda protegida promovida por el Estado", pero no pudo ser, entre otras cosas porque el Estado no tiene competencias en esta materia y así ahora nos pasa lo que nos pasa.

Pero es que, además, cuando llegó el momento de afrontar la realidad, Zapatero, como un adolescente lleno de complejos, se negó a aceptarla y trató de encubrirla con capas cada vez más gruesas de mentiras para que nadie pudiera saber la verdad y, de esta formal, su imagen no se viera dañada. No obstante, no se puede engañar a todos todo el tiempo y al final la verdad acabó por salir a la luz porque las familias están agobiadas con tanto endeudamiento consentido y facilitado por Zapatero, con tanto paro que resulta de no haber hecho nada en materia de reformas estructurales, con tantas empresas que se van a la quiebra porque las administraciones no pagan. Todo esto no tiene nada que ver con la crisis financiera internacional. Ésta, lo único que hace, es agravar todavía más nuestros problemas, pero no es la raíz, la causa primigenia de los mismos. El verdadero origen del problema es Zapatero, por mucho que los socialistas pretendan echar balones fuera culpando de todo al PP y a las políticas de corte liberal. A estas alturas, ya no hay quien se lo crea y la sociedad está tan harta de esta situación que empiezan a pasar cosas como lo que le ha sucedido a Gerardo Díaz Ferrán, que no es el único, ni mucho menos, en pensar de esta manera.

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