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Emilio J. González

La sangría del paro y el precio del poder

Le guste o no, al Ejecutivo no le queda más remedio que acometer la tan necesaria reforma laboral, olvidándose de si se trata o no de una medida impopular, porque los datos comparativos con el resto de la Unión Europea hablan por sí solos.

Me gustaría saber en qué mundo vive este Gobierno y quiénes son los técnicos que rodean a Zapatero, Salgado y Corbacho para que, con la que está cayendo, sigan en sus trece, negándose a mirar cara a cara a la crisis económica, para entender su naturaleza y tomar las medidas pertinentes. Porque un país como España, en el que el desempleo ha crecido en casi dos millones de personas en un año y en el que la tasa de paro se ha incrementado en casi diez puntos no tiene un problema coyuntural ni sus dificultades se deben a la crisis financiera internacional, como el Ejecutivo pretende hacernos creer una y otra vez en contra de lo que ha demostrado Informe Recarte 2009. La crisis financiera golpea a toda la Unión Europea, pero en ningún sitio, ni siquiera en el Reino Unido, que es quién más está sufriendo las consecuencias de dicha crisis, está alcanzando los récords de destrucción de empleo que, por desgracia, estamos conociendo en España. Sin embargo, Zapatero y los suyos siguen sin querer ver la realidad de las cosas y así, en lugar de poner en marcha las medidas necesarias, toma las decisiones equivocadas y, con ello, agrava aún más la situación.

El Gobierno cree que la salida a nuestros problemas se encuentra en gastar más y más, probablemente pensando que tirando de chequera va a conseguir invertir la tendencia de las encuestas de intención de voto, que reflejan una caída continuada de los socialistas y un aumento del PP. Y dicen, para justificarse, que todavía hay margen para gastar más, en contra de las tesis que sostenía, y con toda la razón, el ya ex vicepresidente del Gobierno, Pedro Solbes. Este es el primer gran error que está cometiendo el Ejecutivo, inspirado por Zapatero y con una Salgado que, como me temía, está más pendiente de los deseos del presidente que de las necesidades de la economía. ¿Por qué es un error? Porque están disparando el déficit público, que puede llegar al 10% del PIB, con políticas como los 8.000 millones de euros para que los ayuntamientos tiren el dinero construyendo piscinas, saunas, carriles bici y spas. Es más, no contentos con lo que han hecho hasta ahora, Zapatero ya ha anunciado una segunda ración de más de lo mismo, sin pararse a pensar que ese déficit tan elevado va a costar mucho financiarlo, que va a obligar a subir, y bastante, los tipos de interés en un país que tiene problemas, y muchos, para que el crédito fluya como debe y financie a las empresas con el fin de evitar su desaparición y puedan generar empleo. Con su política de gastar y gastar a lo loco, Zapatero está sentando las bases para seguir destruyendo puestos de trabajo y meter a España en una depresión económica como nunca antes ha conocido por duración y profundidad. Y, para poner todavía las cosas peor, el pago de los intereses que va a generar ese abultado endeudamiento en el que el Gobierno nos está metiendo porque sí, se va a comer el margen de maniobra para desarrollar otras políticas, incluida la de pensiones. El gobernador del Banco de España ya lo ha advertido pero como el Ejecutivo está en lo que está, esto es, en tratar de salvar los muebles en las europeas de junio a golpe de presupuesto, no sólo no le hace ni caso sino que, además, le pone de vuelta y media.

Además, el Ejecutivo, como se niega a ver las cosas como son, sigue sin comprender dónde tiene que actuar para frenar el desplome de la economía y superar la crisis. En lugar de malgastar el dinero, tiene que pagar sus deudas y forzar a que todas las administraciones hagan lo mismo para que las empresas puedan sobrevivir. Asimismo, le guste o no, no le queda más remedio que acometer la tan necesaria reforma laboral, olvidándose de si se trata o no de una medida impopular, porque los datos comparativos con el resto de la Unión Europea hablan por sí solos. Y eso es clave para salir de la crisis y, además, aliviar, que no resolver, el problema de las pensiones. Más empleo significa menos gasto público en prestaciones por desempleo, más consumo, más inversión y, por tanto, más ingresos presupuestarios. Más paro significa todo lo contrario. Así es que la reforma laboral se convierte en pieza clave para superar la crisis. Los datos de la EPA, desde luego, no dejan la menor duda al respecto.

Lo malo es que este Gobierno está empeñado en escorarse más y más hacia la izquierda, con el fin de encontrar allí los votos que está perdiendo por el otro lado, desencantados como lo están del zapaterismo y sus consecuencias económicas. Y claro, eso casa muy mal con las políticas que hay que acometer para acabar con la sangría del paro y poner fin a la crisis. Pero como desde el primer momento el Ejecutivo se negó a aceptar las cosas como son, a mirar a la realidad cara a cara para entenderla y actuar en consecuencia, ahora es presa de sus errores y a Zapatero no se le ocurre nada mejor que virar a su izquierda para tratar de mantenerse en el poder a cualquier precio. Un precio que, en cualquier caso, va a resultar muy elevado en términos de empleo y sufrimiento para la sociedad.

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