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Emilio J. González

Nos quedamos sin pensiones

ZP va a sacrificar el futuro de las pensiones por sus intereses políticos cortoplacistas. Con tal de volver a ganar las próximas generales hará lo que haga falta, aunque se lleve de por medio el futuro y el bienestar de millones de españoles.

¿Cree usted que va a cobrar una pensión cuando llegue el momento de abandonar la vida profesional? ¿Piensa que la prestación que le pagará la Seguridad Social va a permitirle vivir con un mínimo de desahogo llegada la edad de jubilación? Olvídese. Como tenga menos de 55 años y no posea ahorros suficientes o un plan de pensiones para financiar su retiro, está listo. No sólo porque el de las pensiones es un problema estructural que debería haberse resuelto hace diez años y que será más difícil de atacar cuanto más tiempo pase sin tomar las medidas adecuadas, sino también, y sobre todo, porque este Gobierno no está por la labor de hacer nada al respecto. Es más, en lugar de adoptar las decisiones que hay que adoptar, la estrategia de Zapatero de gestionar la economía a golpe de ocurrencia y tirando de chequera para emular el New Deal de Roosevelt va a cargarse el sistema. Y no lo digo yo –que también– sino que quien acaba de advertirlo es, ni más ni menos, que el gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, o sea, Mafo.

A Mafo, como gobernador del Banco de España, se le pueden criticar muchas cosas, sobre todo en lo referente a la supervisión del sistema bancario y lo que está ocurriendo con las cajas de ahorros. Pero lo que no se puede decir es que no sepa de economía, que sabe un rato largo y, por si no bastara con ello, tiene tras de sí al mejor servicio de estudios económicos de España, el que más medios tiene y el que mejor conoce la realidad de la economía española porque sabe lo que hay en las entidades crediticias y en las empresas. Pues bien, Mafo –quien puede que se corte por razones políticas cuando hay que intervenir cajas de ahorros, pero no cuando se trata de llamarle al pan, pan y al vino, vino, en todo lo relativo a la situación económica– acaba de decir algunas cosas que a cualquier gobierno del mundo que no fuera el de Zapatero le habría echo saltar todas las alarmas. Por ejemplo, ha apuntado que este año la Seguridad Social entrará en déficit, cosa que no debería extrañar a nadie teniendo en cuenta al ritmo al que se destruye empleo en nuestro país sin que el Ejecutivo haga nada para impedirlo. También ha señalado que si el Gabinete sigue tirando el dinero y endeudando más al sector público, después no habrá recursos con los qué pagar las pensiones. Sin duda, dos auténticos bombazos, dos torpedos en la línea de flotación del sistema de protección social de nuestro país. Lo malo es que lo que ha dicho no ha sido por razones ideológicas, sino porque es lo que tiene que decir y hacer quien ocupa el cargo que ocupa Mafo. Y, por si fuera poco, tiene toda la razón.

Hasta que empezó esta crisis, que Alberto Recarte en su excelente Informe Recarte 2009 sitúa sus prolegómenos a finales de 2006 –por tanto, nuestros problemas no tienen nada que ver con la crisis financiera internacional, como trata de excusarse Zapatero, sino que son propios y muy anteriores a la misma–, la fecha prevista para que la Seguridad Social entrara en déficit era el 2017 y la de la quiebra del sistema en 2040. Pero como Zapatero, además de negar la crisis por activa y por pasiva, ni ha hecho nada para afrontarla ni ha dejado hacer, el paro se ha disparado, adelantando el momento de entrar en números rojos a este año y el de la quiebra a 2025. Le guste o no a Zapatero, esto es lo que le sale tanto al Banco de España como a los modelos de expertos tan solventes en esta materia como José Barea o José Antonio Herce. Y si antes era urgente adoptar reformas del sistema, ahora lo es mucho más porque las fechas se nos echan encima y, por si no bastara con ello, las aportaciones al fondo de reserva de la Seguridad Social probablemente hayan terminado debido a los números cada vez más rojos que van a registrar sus cuentas a partir de ahora.

Cualquier persona sensata, con un mínimo sentido común, entiende a la perfección que ante semejante panorama hay que empezar a actuar y a hacerlo ya. Mafo, sin ir más lejos, ha propuesto ampliar la edad de jubilación a los 67 años, una medida que ya se ha tomado en Alemania. Y como su propuesta es lógica –aunque sería mucho mejor reformar el modelo en su totalidad, de arriba abajo– ha encontrado apoyos en el seno del Gobierno, como el del nuevo ministro de Fomento, José Blanco. Pero también ha encontrado detractores, como el ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, quien en lugar de ponerse a la cabeza de la manifestación para resolver los problemas del paro y las pensiones, dice que de ampliar la edad de jubilación, nada de nada. Éste es el desgobierno, que no el Gobierno, que sufrimos en nuestro país. ¿Y por qué Corbacho se opone a lo que recomienda Mafo? Pues porque se trata de una medida impopular que un Ejecutivo con tanto desgaste como el de Zapatero no quiere tomar bajo ningún concepto, y mucho menos cuando necesita apoyarse en la extrema izquierda parlamentaria para seguir gobernando y cuando trata de apaciguar a los sindicatos para que no le convoquen una huelga general. Así es que, al menos en esta legislatura, ni se ampliará la edad de jubilación ni se hará nada que se le parezca, por muy grave que resulte el estado de la Seguridad Social. Y es que Zapatero va a sacrificar el futuro de las pensiones a medio y largo plazo por sus intereses políticos cortoplacistas. Con tal de volver a ganar las próximas generales hará lo que haga falta, aunque se lleve de por medio el futuro y el bienestar de millones de españoles.

Pero es que aún hay más. Si el Gobierno endeuda ahora al sector público hasta las ‘zejas’, luego habrá que pagar todos los años mucho dinero en concepto de intereses de esa deuda, y esos intereses se abren paso en el presupuesto a costa de las demás partidas. O sea, se comen cualquier margen que pudiera haber para que el Estado pueda aportar más dinero al sistema público de pensiones. Cualquier gobernante mínimamente razonable entendería que, dadas estas y otras muchas circunstancias, no puede seguir tirando el dinero en ocurrencias que no van a ayudar a superar la crisis. Sin embargo, Zapatero no quiere oír ni hablar de ello. Él pretende seguir tirando de chequera, aunque la cuenta lleve mucho tiempo en números rojos, sin que nadie le diga lo que tiene o no tiene que hacer. Si ha puesto a Elena Salgado al frente de Economía es, precisamente, por eso. Si se marcha el secretario de Estado de Economía, David Vegara, es también precisamente por eso. Si ZP y Solbes han terminado bastante mal, es nuevamente por eso. Al presidente del Gobierno, empero, todo esto le trae al pairo. Él a lo suyo, que es gastar lo que no tiene para emular a quien nunca debió tomar como ejemplo, mientras la Seguridad Social empieza a hundirse sin que nadie haga nada para evitarlo. Como sigamos así, nos quedamos sin pensiones.

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