Calificar el debate nuclear como "una chirigota" demuestra dos cosas del carnavalero Miguel Sebastián. La primera es que el ministro no lee El País, pues desde hace ya tiempo se suceden los editoriales del diario de PRISA que apoyan a la energía nuclear y que eufemísticamente llaman a "abrir el debate". Es decir, a poner de relieve que la energía nuclear debe ser considerada en el conjunto de tecnologías de generación por su competitividad y su seguridad. A este respecto, nada menos que el dominical de este último domingo nos sorprendía con la portada ¿Y si la atómica fuera la energía del futuro?. Bienvenidos al club, señores de PRISA, algunos llevábamos tiempo ya defendiéndolo.
La segunda cuestión que pone de manifiesto es el particular humor del ministro Sebastián. Si califica como chirigota a la energía nuclear, hemos de considerar que también son de chirigota esas cuestiones que justifican su uso, por ejemplo los elevados precios de la electricidad, el desproporcionado y descontrolado déficit de tarifa, la dependencia energética de nuestro país, etc. ¿Será chirigota para Sebastián hablar de la falta de competitividad, y por tanto desempleo, que provoca en nuestra sociedad unas energías caras y escasas?
El llamado debate nuclear, que no es otra cosa que defender a la energía nuclear como la fuente más competitiva y razonable para un país escaso de recursos energéticos como el nuestro, no puede esperar. España no puede continuar cubriendo la demanda energética mediante el parche de las renovables, con energías intermitentes, subvencionadas y con las que no es serio ni razonable realizar una estrategia energética a largo plazo. Quizás Sebastián y Zapatero pretendan que en el futuro el abastecimiento energético de nuestro país dependa de Argelia, Venezuela y Francia, pero lo ideal es que, como en los carnavales de Cádiz, exhiban ese corolario de sus políticas, lo comuniquen y lo justifiquen. Las chirigotas, además de para hacer el ridículo, están para ser vistas, apreciadas y, en su medida, provocar carcajadas por su ridiculez.
A esa exhibición sería bueno que asistiera Felipe González, otrora responsable de cerrar dos centrales nucleares con el consiguiente coste para los consumidores y la pérdida de competitividad para España. Quizás él podría explicar a Sebastián las razones para su conversión reciente y el porqué de las políticas de otros países avanzados que, ante problemas que no son precisamente para tomárselos con humor sino con mucha seriedad, han tenido que superar la demagogia y por puro pragmatismo apostar por la energía nuclear.
¿Serán países como Francia, Finlandia, Estados Unidos, Suecia, Italia, Reino Unido, todos ellos con proyectos nucleares, países de chirigota? ¿Cuál es el Gobierno de chirigota, el de ellos o el nuestro?