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Emilio J. González

Camino de la miseria absoluta

La realización de los sueños adolescentes de Zapatero puede sumir a España en una crisis a la japonesa, o sea, doce años de depresión, con cuatro recesiones de por medio, pero con el agravante de unas cifras de desempleo disparatadas.

El presidente del Gobierno va camino de cometer otro grave error que puede hundirnos aún más –si cabe– en la larga y dura crisis económica en que ya estamos inmersos. En una entrevista con varios medios de comunicación extranjeros, Zapatero ha dicho que España tiene aún amplio margen para endeudarse con nuevos planes de estímulo de la economía. Me gustaría creer que ZP ha dicho esto con el fin de enviar un mensaje de calma y confianza en nuestra economía a los mercados financieros internacionales. Por desgracia, mucho me temo que ésta no es la realidad y que el presidente está verdaderamente convencido de que cuenta con ese margen y, por tanto, ya anda maquinando nuevas ocurrencias para seguir tirando de chequera sin ton ni son, endeudando España hasta las cejas, sin querer darse cuenta de que, con ello, va a poner las cosas aún peor de lo que están.

Zapatero debería tener en cuenta que ese supuesto margen de endeudamiento, que resulta de un nivel de deuda pública en porcentaje del PIB todavía relativamente bajo, en realidad ahora no es tal porque dicho endeudamiento hay que financiarlo justo en unos momentos en los que el crédito a la economía española brilla por su ausencia y los recursos financieros en los mercados internacionales escasean más que nunca, especialmente para países poco solventes como, por desgracia, el nuestro. Esta falta de solvencia se refleja en el diferencial de tipos de interés con Alemania, que ya supera el punto porcentual. Pues bien, si ahora Zapatero inunda el mercado con nuevos títulos de deuda pública para financiar sus nuevas ocurrencias, ese diferencial se va a incrementar de forma notable, es decir, habrá que pagar intereses todavía más altos –tipos que cortarán de raíz cualquier atisbo de recuperación–, para compensar el riesgo de invertir en títulos españoles. Un riesgo que va creciendo con las probabilidades de que nuestro país pudiera declararse en suspensión de pagos, dado nuestros elevadísimos niveles de endeudamiento exterior. Porque es desde luego fuera donde hay que acudir en busca de ese dinero, ya que aquí no hay ahorro suficiente para destinarlo a ese fin. Probablemente por ello, el Ministerio de Economía y Hacienda está pensando en conceder una amnistía fiscal a quienes inviertan en deuda pública española a través de paraísos fiscales.

Esa capacidad de endeudamiento que Zapatero quiere ver se encuentra, además, constreñida por un segundo elemento. Todo el dinero que pueda captar el Gobierno en España para financiar nuevas emisiones de deuda se lo va a quitar al sector privado, que tanto lo necesita para sobrevivir y para luego acometer nuevas inversiones generadoras de empleo. Sin esos recursos, muchas empresas están condenadas a desaparecer, lo mismo que los puestos de trabajo que mantienen, y con ello caerá la recaudación tributaria del Estado, imprescindible para amortizar después esa deuda. Pero es que, además, ZP está diciendo esto cuando las últimas previsiones hablan de un déficit público para este año superior al 7% del PIB y de alrededor del 11% en 2010. ¿De dónde va a sacar el Gobierno el dinero para cubrir semejantes agujeros, y más si se empeña en seguir expandiendo el gasto público sin ton ni son, en seguir endeudando a España hasta límites insostenibles? Porque la propia realidad del desequilibrio en las cuentas públicas, más que comerse, ya está devorando ese supuesto margen de endeudamiento.

Así es que, en contra de lo que Zapatero se cree, el Gobierno no tiene, ni mucho menos, margen de endeudamiento alguno. La cuestión es quién dentro del Consejo de Ministros, o del entorno de ZP, le pone el cascabel al gato y le explica al presidente que tiene que dejarse de fantasías, que hay que ser austero en el gasto y olvidarse de esos planes de estímulo a lo Roosevelt que tanto le gustan al actual inquilino de la Moncloa. Y es que la realización de sus sueños adolescentes puede sumir a España en una crisis a la japonesa, o sea, doce años de depresión, con cuatro recesiones de por medio, pero con el agravante de unas cifras de desempleo disparatadas. Y, lo que es peor aún, con casi un millón de personas en nuestro país que ya no tienen ingreso alguno, cifra que, por desgracia, aumenta considerablemente día a día. Si Zapatero sigue por esa línea, más que hundir a este país en la pobreza, lo va a dejar en la miseria más absoluta durante generaciones, porque sus francachelas presupuestarias de hoy las vamos a pagar los españoles de nuestro bolsillo durante años y años.

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