Hay lecturas para todos los gustos acerca de los resultados de las recientes elecciones autonómicas en el País Vasco y Galicia, sobre todo en lo que se refiere a la derrota cosechada en las urnas gallegas por los socialistas y la mayoría absoluta, y contra pronóstico, de los populares de Alberto Núñez Feijóo. Unos ponen especial énfasis en los escándalos que han rodeado al bipartito gallego, otros hacen especial hincapié en la política de inmersión lingüística del BNG para explicar el retroceso de quienes gobernaban la Xunta, pero sea cual sea la explicación que se quiera dar, o ver, respecto a lo que sucedió el pasado domingo, en todas las interpretaciones, en mayor o menor medida, está presente la crisis económica. Claro que, al final, la lectura que cuenta, sea acertada o equivocada, es la que hagan Zapatero y su entorno, quienes achacan a la situación económica una buena parte de la culpa de la derrota de los suyos y del ascenso electoral del PP. ¿Llevará esta interpretación de los hechos a un adelanto electoral, a causa de la crisis económica? Podría ser.
A lo largo de las últimas semanas, sobre todo a raíz del cese de Bermejo y las palabras de Solbes acerca de lo que le envidiaba, se ha venido especulando mucho acerca de una posible remodelación del Gobierno, es decir, del equipo económico, que Zapatero tendría previsto llevar a cabo después de las autonómicas. Claro que entonces el escenario era que los socialistas seguirían gobernando en Galicia y el Partido Popular perdería dos escaños. Ahora, sin embargo, las cosas son muy distintas. Desde el entorno de Zapatero se comenta que el presidente del Gobierno se centrará, a partir de estos momentos, en preparar las elecciones europeas, lo que implica aparcar cualquier decisión acerca de la necesaria remodelación del Ejecutivo salvo que las circunstancias fuercen relevos que ZP no pretende realizar de manera inmediata. Y sin remodelación del Gobierno, el mensaje que estará enviando Zapatero es que, por el momento, el más que desgastado equipo económico va a seguir. Este es un primer síntoma acerca de la posibilidad de un adelanto electoral forzado por la situación económica y la incapacidad de los socialistas para lidiar con ella.
No obstante, Zapatero ha pretendido lanzar un mensaje acerca de que el Gobierno, efectivamente, está cogiendo el toro por los cuernos. Lo hizo el pasado domingo, cuando el ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, habló en una entrevista con El Mundo de la posibilidad de congelar el sueldo de los funcionarios que ganen más de 30.000 euros anuales, con el fin de transmitir un mensaje tanto de moderación salarial como de preocupación por la evolución del déficit público que, según el BBVA, podría acercarse al 7% del PIB en 2009. Una cuestión ésta bastante preocupante no sólo porque la Comisión Europea ya ha avisado a España de que tiene que volver a reconducir el déficit al 3% para 2011, sino por la sospecha creciente de los mercados de que nuestro país pueda tener problemas de financiación. Corbacho también transmitió ese espíritu de Zapatero el lunes, cuando declaró roto un diálogo social que no llevaba a ninguna parte y anunció todo un conjunto de medidas en materia laboral que el Consejo de Ministros aprobará este viernes. Si los agentes sociales, vino a decir el ministro, son incapaces de acordar nada, aquí está el Gobierno para gobernar. Esto está muy bien, sobre todo si se aplica a lo que se tiene que aplicar, porque las medidas propuestas por Corbacho sólo son parches y no esa reforma laboral que España necesita y que ni el Ejecutivo ni los sindicatos quieren llevar a cabo. Sin ella, el paro seguirá disparándose, como viene haciendo desde hace tiempo, sin que nada ni nadie pueda impedirlo, ni siquiera la puesta en marcha este mes de los planes de obras municipales financiadas con esos 8.000 millones de euros que Zapatero va a dar a los ayuntamientos para este fin... y para que publiciten cuan bueno y eficiente es este Ejecutivo.
Diga lo que diga el PSOE, el paro va a seguir creciendo. Este año llegará a los cuatro millones y el próximo puede superar los cinco, lo que constituye un verdadero desastre. Y no se va a recuperar a partir de 2010, como viene diciendo el Gobierno desde hace tiempo, porque la economía pasará parte del año en recesión y el resto en una depresión que se adivina larga, muy larga, lo que implicará seguir destruyendo empleo (aunque puede que a partir del próximo ejercicio a ritmos inferiores a los que lo ha venido haciendo desde que estalló la crisis). En cualquier caso, la economía española parece inexorablemente condenada a tener una tasa de paro que podría llegar ni más ni menos que al 25% de la población activa y permanecer en esa situación durante bastante tiempo, salvo que se tomen las medidas que hay que tomar y que este Gobierno rechaza de plano.
Las cosas todavía van a empeorar más si se tiene en cuenta que la situación del sector crediticio va a empeorar. La fusión orquestada por Ferraz entre la Caja de Castilla-La Mancha y la andaluza Unicaja puede que no sea la primera operación de esta naturaleza que veamos para salvar a una caja de ahorros. Éstas, en su mayoría, están bastante tocadas y el aumento de la morosidad que ya se está produciendo puede colocar a muchas de ellas contra las cuerdas, sobre todo a las pequeñas y medianas. En este contexto, el crédito no circulará como le gustaría al Gobierno, en parte por prudencia de las entidades para no poner en peligro su solvencia, en parte porque algunas de ellas van a tener que destinar sus recursos a operaciones de saneamiento y salvamento. ¿En qué se traduce todo esto? En más cierres de empresas, en más personas al paro y en más autónomos que cesen en su actividad, complicando todavía más la solución a la crisis.
En Moncloa empiezan a considerar seriamente este escenario. Zapatero está pasando del optimismo antropológico a un baño de realidad, sobre todo después de lo que ha pasado este domingo en las urnas, pero sigue sin querer dar un cambio de rumbo a su política. En estas circunstancias, y sin querer acometer la necesaria remodelación de Gobierno, hay que empezar a considerar la posibilidad de que adelante las elecciones para no llegar a 2012 con el peor escenario socioeconómico de todos, una posibilidad que podría convertirse en realidad en función de cuáles sean los resultados de las elecciones europeas del próximo 1 de junio y de la lectura que Zapatero haga de los mismos.