Un asesor personal estudia al individuo al que asesora y le aplica sus conocimientos y sentido común para mejorar su situación financiera. Con un formato más original, y no tan elitista, es a lo que se dedica el canal Cuatro con el reality Ajuste de Cuentas. Si jamás ha visto el programa, se lo resumo diciendo que Vicens Castellano y su equipo usan el sentido común y la contabilidad financiera más básica para sacar a las familias adelante.
Si pasamos por una mala situación económica y nuestros gastos son superiores a los ingresos, no necesitamos un asesor para saber que hemos de replanificar nuestro estilo de vida: reducir los gastos, amortizar deuda, ahorrar e incrementar los ingresos en la medida de los posible. Es algo que parece sencillo y obvio, ¿no? Pues no siempre.
Cuando llevamos este principio tan elemental a la política, la situación cambia radicalmente. Miren cómo actúan los gobiernos y muy especialmente el de Estados Unidos. Tienen una situación económicamente desastrosa y en lugar de suprimir los costes inútiles, ahorrar, reducir el endeudamiento y orientar nuestra producción a cosas realmente productivas (que sólo se consigue con más libertad de mercado), nos obligan a endeudarnos más para producir, además, cosas totalmente superficiales.
Barack Obama ha centrado su plan en el crecimiento económico basado en la inflación crediticia; en la creación artificial de empleo; en la estabilización del sistema financiero (lo que significa ampliar el monopolio bancario); en promover a golpe de talonario del contribuyente a empresas ecológicas; y en socializar el sistema sanitario. Para todo ello, va a robar a los americanos 787.000 millones de dólares (aunque se comenta que podría llegar a los 1,1 billones), que se suman a los 1,3 billones de dólares que ya tienen en cola.
Imaginemos que Obama se hubiese dedicado a asesor personal y ante una mala situación económica, nosotros le contratásemos. Siguiendo su particular filosofía keynesiana, nos diría que hemos de ingresar más dinero. Hasta aquí normal, pero ¿cómo? ¿Tal vez consumiendo menos o trabajando más? No, pidiendo más créditos al banco, es decir, endeudándonos más.
También nos diría que en lugar de destinar nuestros ahorros a lo esencialmente básico para nuestra familia, hemos de vender nuestro coche contaminante y gastarnos tres veces más en uno ecológico. (El primer experimento verde con los biocombustibles ha llevado el hambre a centenares de miles de personas. ¿Es el momento de seguir matando a más gente con esta excusa?).
También nos diría que todos los miembros de la familia han de trabajar para aportar más dinero. Y dado que nuestros hijos se han quedado sin empleo por la crisis, les hemos de asignar un sueldo para que hagan las tareas del hogar... y con esto incrementaremos nuestras rentas familiares. Cuando Obama habla de creación de empleos se refiere a esto. Paga con dinero del contribuyente el sueldo de otro americano dedicado a la construcción que vive a mil kilómetros de distancia. ¿Eso genera riqueza? La constructora OHL ya ha dicho que le parece perfecto, ¿pero es necesario? Lo que no cuenta Obama es que ese dinero en realidad sale de nuestro bolsillo y por tanto lo que se crea por un lado se destruye por otro.
Finalmente, para que todo sea perfecto y armónico, nos obliga a destinar parte de nuestro dinero a los gastos médicos del vecino del quinto. Ante su más que probable cara de estupor, Obama llama a este "saneamiento", Plan de Estímulo. Incluso nos monta una web con el grandísimo nombre de Recovery.gov donde sólo se habla de los beneficios de este plan, pero no de sus costes reales que son muy superiores.
Tal vez tendríamos que pedir a alguien como Vicens Castellano y a su reducido equipo que sustituya al Gobierno entero y aplique sus recetas a las cuentas públicas para reducir el peso del Estado en un 99,9%. Que dejen de robarnos el dinero para cosas que sólo repercuten en un futuro más negro y confuso. Todos estos "planes de estímulo", "ayudas" o como quiera llamarlos, van contra el más elemental sentido común y sólo nos preparan para una siguiente crisis.